viernes, 8 de noviembre de 2013

ME LEES.



Me lees y te ríes. 
Me lees y te aburres. 
Me lees en diagonal. Y lo dejas a la mitad. 
Me lees y me relees. 
Me lees y te cabreas por qué no soy capaz de colocar las comas en su sitio, confundo sino con si no y sólo pongo ..cuando deberían ir ...
Me lees y piensas "joder, esto justo me ha pasado a mí".
Me lees y piensas "¿Cómo se le ocurren estas gilipolleces?"
Me lees y piensas "Nunca lo había pensado así".
Me lees y dices "paso del rollo de los libros". 
Me lees y apuntas algún libro para comprar cuando pases por una librería. 
Me lees y crees que la mitad me lo invento. 
Me lees y te quedas pensando que hay muchas cosas que no cuento. Y te provoca curiosidad y a veces rabia. 
Me lees e intentas buscar entre líneas algo más. 
Me lees y te gusta lo que crees ver entre líneas. 
Me lees y no te gusta lo que crees ver entre líneas. ¿Qué habrá querido decir con eso? 

Me lees y te gustaría conocerme más. 
Me lees y me odias sin conocerme. 

Me lees y te caigo mal.
Me lees y te pongo de los nervios. 
Me lees y te avergüenzas.
Me lees y no quieres leerme. 
Me lees desde hace mucho y piensas que antes escribía mejor. 
Me lees desde hace mucho y crees que he ido mejorando. 
Me lees y lloras. 
Me lees. Me relees y vuelves de vez en cuando sólo por un post determinado. 
Escuchas a Bruce y te acuerdas de mi. 
Me lees y tienes curiosidad.
Me lees y piensas "esta tía es gilipollas"
Me lees y piensas que debería escribir algo más serio. 
Me lees y piensas que ya es hora de que escriba algo frívolo, tonto y divertido. 
Me lees y te convenzo de algo. 

Me lees y te vas.
Me lees y te dejo indiferente. 
Me lees y te quedas para siempre. 


Me lees y te parece demasiado largo. 
Me lees y quieres que escriba más. 

Me lees y te preguntas cómo puedo escribir tanto.
Me lees y te pregunta porqué tardo en actualizar. 
Me lees y querrías preguntarme muchas cosas. 

Me lees y te dan ganas de pegarme. 
Me lees y me insultas. 

Me lees y me mandas por mail y me cuelgas en fb. 
Me lees y buscas en el perfil una dirección para escribirme. Piensas que no. Luego que si. A lo mejor otro día. 
Me lees y piensas ¿Por qué no escribe sobre...?
Me lees y piensas "no tiene ni puta idea". 
Me encuentras y me lees. 
Me lees y me olvidas. 
Me lees y me quieres. 

Escribo.  


miércoles, 6 de noviembre de 2013

LECTURAS ENCADENADAS.- Octubre.








Octubre  ha sido un mes regulero de lecturas: 4 libros y 4 relatos de Cheever. 3 hombres y una mujer. Dos ingleses, un francés y un israelí. Ningún ensayo y ningún comic. Los 4 libros han sido de la biblioteca...malos tiempos para comprar. 







"Buen trabajo" de David Lodge. Cuando descubro a un autor y me gusta, siempre me lanzó a buscar más libros que me haya podido perder hasta ese momento. De Lodge ya hablé este verano y de lo mucho que me había gustado "La vida en sordina" y por eso saqué de la biblioteca "¡Buen trabajo!". Esta búsqueda del autor encontrado no siempre funciona bien y en este caso la novela de Lodge me ha entretenido pero poco más.

Es la historia de Victor, un empresario industrial de mediana edad que por un absurdo programa del gobierno que pretende unir Universidad y Empresa tiene que convivir con una joven profesora de literatura feminista. Él conservador y de mediana edad, ella progresista, liberada y joven. Él calvo, ella pelirroja. Ingleses. En fin, la historia avanza por donde tiene que avanzar con algunos toques de humor inglés que la hacen entretenida pero sin aportar mucho. Creo que además, es una novela que ha envejecido mal. Se publicó en 1988 y es un fiel reflejo de esa época, de las preocupaciones y problemas de ese momento pero 25 años después se ve hasta naif. Algunas de aquellas preocupaciones han pasado a la historia, otras se han agravado y otras siguen exactamente en el mismo punto, como la preocupación por la brecha que existía entonces y existe ahora entre Univerisad y Sociedad.

No es una mala novela y la recomienda como lectura entretenida pero poco más...no doblé ninguna esquina.



"Las grandes familias" de Maurice Druon. A Druon lo descubrí cuando tenía 12 ó 13 años. Su colección de "Los reyes malditos" estaba y está en el despacho de casa de Molimadre en Madrid...y en la casa de todos mis tíos. Son unos libros que he releído varias veces, he recomendado y he regalado siempre con mucho éxito. Son libros míticos en la Molifamilia. No había leído nada más de él y en algún blog me encontré con una reseña sobre esta novela. 

Lectura en diagonal. Esa es la frase que define mi experiencia con esta novela. La historia de un par de grandes familias parisinas a principios del siglo XX no me ha interesado nada, no me creo nada y me aburro. Literalmente he paseado la vista por las líneas hasta terminarlo. Es la primera parte de una trilogía que por supuesto no voy a leer. Prescindible completamente pero CORRED  a leer la serie de "Los reyes malditos", esa es una maravilla. 



"Conocer a una mujer" de Amos Oz. Si sólo hubiera leído este libro en todo el mes hubiera merecido la pena. Lo cogí de la biblioteca porque me apetecía volver a Oz...rebusqué entre lo que había en la estantería y éste fue el que me llamó. 

Oz cuenta la historia de Yoel,  un funcionario jubilado que tras la muerte de su mujer en Jerusalen, se traslada a Tel Avivi a vivir, con su hija adolescente, su madre y su suegra. Pasa los días sin hacer nada, entregado al bricolaje por obligación, pensando y reflexionando sobre su vida, su mujer, su trabajo, sobre él mismo. 

Es un libro triste, de alguna manera claustrofóbico, emocionante, monótono a propósito como lo son la vida de todos, intenso, reflexivo.... Al leer me dolía esa reflexión permanente sobre uno mismo y sobre las relaciones con los que supone queremos y que sólo en contadas ocasiones conocemos de verdad. Las mujeres en los libros de Oz, las parejas de sus protagonistas, las protagonistas son siempre solitarias, viven encerradas en sí mismas y sufren. Creo que Oz retrata en todas algo de su madre que es para él alguien que no consigue entender a pesar de estar continuamente reflexionando sobre ella y su vida. 

Mientras lo leía se me ocurrió la expresión "libros que duelen", éste es uno de ellos y tengo alguno más que entraría en esta categoría.  Otro día escribiré sobre ese tipo de libros. 

"Tú eres una persona muy inteligente, ingeniosa incluso, y también honesta. No hay duda. Pecto como un palo. Una buena persona. pero resulta que te faltan tres cosas importantes: primero, no tienes deseo. Segundo, no tienes alegría. Y tercero, no tienes compasión. Si me preguntas, capitán, son tres cosas que van juntas en el mismo paquete. Si falta, supongamos, la número dos, faltan también la uno y la tres. Y a la inversa. Tu situación es terrible. Ahora será mejor que vuelvas a entrar. Estamos empezando a mojarnos. Adios. Cuando te veo casi me entran ganas de llorar". 

Oz es sólo para valientes. Lo aviso. 



Sobre la belleza de Zadie Smith. Llegué a este libro por NáN y Di y los mails culturetas que intercambiamos con mensajes como "Moli, haz el puto favor de leer X que tenemos que hablarlo". Normalmente el libro X provoca que discutamos porque ellos se ponen muy sesudos y yo soy más andar por casa en mis análisis de libros...y al final siempre decimos: esto lo hablamos emborrachándonos. 

A lo que iba. De Zadie Smith sólo había leído una recopilación de relatos en la que ella era autora de uno espantosa y editora del resto que eran igual de horripilantes, así que sólo el mensaje de "haz el puto fvor" me hizo sacarlo de la biblioteca.   

"Sobre la belleza" cuenta la historia de dos familias más o menos enfrentadas por una enemistad ideológica y académica entre los dos padres que son profesores universitarios. Howard Belsey, es británico y blanco y está casado con Kiki, una belleza afroamericana que ahora pesa 120 kilos que es un dato que no sé porqué extraña razón parece importarle muchísimo a Zadie. Tienen 3 hijos post adolescentes (negros obviamente) que están tratando de encontrar su sitio en la vida mientras ven como la crisis de la mediana edad afecta a sus padres. La otra familia está encabezada por Monty Kipps, también catedrático pero conservador y haitano...y negro. Las idas y venidas de ambas familias se entrecruzan tanto en la vida como en la universidad...a veces con momentos trágicos y otras veces con bastante humor. La raza, la clase social y la necesidad de justificar lo que uno tiene o ha conseguido están muy presentes en todo el libro. 

Es una novela entretenida pero tampoco me ha fascinado. Sobre familias replanteándose su existencia me gustó muchísimo más "Las correcciones" de Franzen. 

Sigo con Cheever y sus relatos. Han caído tres este mes y me quedo con esta cita de uno ambientando en Roma (para variar) y que se llama "The bella lingua". 

"Homesickness is nothing, she said angrily. It is absolutely nothing. Fifty per cent of the people in the world are homesick all the time. But I don´t suppose you´re old enough to understand.  When you are in one place and long to be in another, it isn ´t as simple as taking a boat. You don´t really long for another country. You long for something in yourself that you don´t have, or haven´t been able to find". 

En resumen. Los valientes a por Oz, los demás a por Lodge, Zadie y los Reyes Malditos. 

Y Cheever forever...ya estáis tardando.  

Y con esto y un bizcocho...hasta los encadenados de noviembre.  







lunes, 4 de noviembre de 2013

EL VIENTO Y LOS POSTS.

¿Que (me) pasa hoy? 

Sopla un viento huracanado en Mordor. Un viento que se ha levantado a media mañana por sorpresa. Por las ventanas que me rodean en mi sitio de la praderas, veo los arboles moverse, las bolsas de basura que han salido volando de las papeleras y a un ciclista que intenta a duras penas avanzar con el viento en contra por la carretera. 

Me gusta el viento. Me sugiere frío, orejas congeladas, nariz fría.  Manos metidas en el fondo de los bolsillos del abrigo. El viento es el pelo por la cara paseando por la orilla del mar. El viento es la brisa antiprensa que te impide leer el periódico en la playa y hace que te caiga la arena de la toalla del vecino en el bocata. El viento es estar tapado en la cama hasta las orejas y escucharlo rugir fuera y saber que estás a salvo porque no eres un americano con una absurda casa de madera que va a salir volando. El viento es un abrazo. El viento es el mago de Oz.

El viento es movimiento y hay gente que hace cosas increíbles con él. Increíbles y para mi completamente hipnóticas e  inspiradoras. 

Anthony Howe, es un americano flaco, con poco pelo, ojos claros y pinta de ser tímido. Lleva unos  tirantes muy anchos que no le pegan nada y diseña y construye unas esculturas cinéticas que me apasionan. 



"Busco cosas raras, "feas" y extrañas. Busco cosas que parezcan físicamente imposibles. Elegancia es lo que estoy tratando de conseguir. Ves un agujero que se van ensanchando y ensanchando hasta que desaparecer y luego se vuelve a formar como una medusa o una extraña criatura espacial". 

Anthony vivió durante 8 años y medio en Nueva York intentando ganarse la vida como pintor pero descubrió que eso no le molaba mucho. Luego fue encargado en una ferretería y allí tenía muchísimo metal a su alcance y pensó en hacer esculturas con él.

"A mi alrededor todo era estático y quería ver cosas moverse". 
Como el vídeo sale en lo que parece una casa de madera (de las que salen volando con mucho viento) en medio de un bosque, supongo que se piró al campo a diseñar esculturas. 

"Normalmente desarrollo el diseño en el ordenador porque eso me permite animarlo y ver cómo quedará en tres dimensiones. El ordenador es imprescindible para muchos de mis diseños porque están compuestos por muchos elementos. Cuando empiezo un diseño lo hago empezando con un elemento individual que luego se multiplica para ir construyendo la pieza entera. Después paso el diseño a otro programa que lo transforma en un diseño que mi máquina de cortar puede descifrar". 
"Cuando hago las cosas a mano, mi intuición y mi subconsciente tienen mucho más peso en el producto final que si sólo diseño con el ordenador, porque cuando trabajas con tu cuerpo lo haces en un mundo tridimensional y multitud de ideas van llegando a tu cabeza: estás pensando si queda bien, si queda mal, qué es lo siguiente que vas a hacer". 

Esta parte de hacer las cosas manualmente me ha hecho pensar en la diferencia entre escribir a mano y escribir directamente en un teclado. Para mí, y ya lo he dicho más veces aquí, escribir a mano hace que me surjan más ideas, más relaciones entre unas cosas y otras. Mi cabeza funciona más deprisa si escribo a mano que directamente en un teclado. Creo que en un cuaderno escribo mejor. 

Sigo con Anthony y sus esculturas. Cuenta que al principio hacía las piezas con mucha curvatura porque creía que necesitaban esa forma para funcionar bien con el viento, pero luego resultó que a veces era mejor hacer las piezas con menos   curvatura porque así no se movían excesivamente rápido con vientos muy fuertes. Explica también que diseñar y construir algo que se mueva con vientos de 50 nudos (¿Cuántos km son 50 nudos? es bastante fácil, si dejas un trozo de lo que sea en una mesa saldrá volando y eso también es cinética...lo complicado es hacer algo que se mueva con vientos de 1 nudo. 

Cuenta también como funciona la escultura de los espejos. 

" En la parte de atrás de los espejos hay  una conexión que une todos los espejos a un punto y hace que se muevan solo una pulgada en cada rotación circular mínima. Cada rotación hace que los espejos se muevan desde el suelo hasta el cielo y así, si estás de pie frente a ellos, sólo ves tu reflejo durante una fracción de segundo" 
"Normalmente cuando terminas algo, al final, surge la idea sobre lo que tienes que hacer después. No siempre es mágico, a veces es horrible. A veces aunque sepas que no va a funcionar, tienes que construirlo en el mundo real para ver si en la realidad puedes arreglarlo. Lo importante es poner emoción en tus diseños". 

Exactamente así lo siento yo con el blog y la inspiración para escribir. Muchas veces al terminar de escribir un post, o al estar escribiendo notas para algo en el cuaderno, se me ocurren ideas para el siguiente. A veces sé que serán horribles pero aún así tengo que escribirlos. Y desde luego, les pongo emoción o más que emoción, les pongo lo que soy yo..aunque ni de lejos consigo hacer unas esculturas tan chulísimas como las de Anthony. 

A lo mejor necesito unos tirantes. 


Nota: la traducción es mía de andar por casa, pido perdón por los fallos. 

viernes, 1 de noviembre de 2013

ESTABAS Y ESTÁS.





Estabas en la entrada de casa, con traje y corbata, la mano en la puerta y gritando “Yo me voy” mientras esperabas a que saliéramos con las mochilas, los abrigos y todo lo del colegio.

Estabas en la mesa de la cocina de Madrid. Antes de la obra en el extremo de la mesa más cerca de la puerta,  conmigo a tu derecha. Después de la obra en la cabecera que queda con la pared amarilla a la espalda.

Estabas en la mesa de la cocina de Los Molinos, en la esquina del banco que queda debajo de la ventana que da al jardín.

Ya no me acuerdo dónde te sentabas en el sofá. No sé cual era tu sitio pero sé que tenías uno.  No me acuerdo. Recuerdo, sin embargo,  como te sentabas. Con las piernas cruzadas y el brazo en el respaldo. El cojín de esa zona siempre estaba más hundido.

Estabas en el coche, conduciendo, con el codo apoyado en la ventana y el brazo puesto en el respaldo del copiloto al ir marcha atrás. Igual que hago yo ahora.

Estabas de copiloto, mirando por la ventanilla. Tan tranquilo siempre, condujera quien condujera.

Dormías en el lado derecho de la cama. Yo duermo en el izquierdo.

Estabas en el jardín de Los Molinos paseando con los brazos a la espalda o las manos metidas en los bolsillos del pantalón o sujetando un cigarro hasta que dejaste de fumar.

Estabas sentado en tu silla con ruedas, en el despacho. Rodando entre la mesa y el mueble con el ordenador. Quitándote y poniéndote las gafas de ver de cerca.

Ahora estas al final de un camino de tierra que sale de una carretera asfaltada sin mucho tránsito. Una carretera que sólo se llena en agosto y en noviembre. Una carretera donde van padres en bicis, gente a caballo y gente corriendo. Cuando acaba el asfalto, a la izquierda, sale un camino y al final, hay una tapia blanca y una puerta pequeña enrejada que no es la principal. Sólo un día entramos por la principal. La puerta pequeña siempre está abierta, aunque sea de noche o madrugada. Lo sé.  

Me paro donde el camino termina. Aparco y me bajo del coche. Siempre me pongo nerviosa, tan nerviosa que siempre me equivoco de pasillo cuando me decido a entrar. 

A veces no entro. A veces sólo me quedo allí y  miro La Peñota, Montón de Trigo y Siete Picos. Es lo que ves tú desde que estás ahí.

Pronto iré a verte, tengo que hablar contigo, pero hoy no.