martes, 9 de julio de 2013

EL TACTO

Apagar el despertador en la mesilla.

Buscar las zapatillas a los pies de la cama.

Distinguir el bote del champú en la ducha.

El acelerador. El freno. El embrague.

Los cubiertos en la neverita del club del tuper.

Las gafas de sol, las llaves, la pluma, el mp3 en el bolso.

La  mano del otro mientras conduces. El cuerpo del otro  en la cama, en el sofá.

Un abrazo.

Todas esas cosas las encuentras al tacto. Alargas el brazo, mueves los pies, escoges el bote, aprietas, aflojas, buscas, rebuscas, tocas y aprietas. Sin mirar, sin oír…todas esas cosas están ahí y las buscas con total confianza.

He estado pensando que el tacto es el sentido de la confianza y la seguridad.  Cuando buscas algo que confías ciegamente en que está ahí no miras, simplemente alargas el brazo o los pies y lo buscas. Si no lo encuentras a la primera, sigues confiando y sólo cuando no hay manera de encontrarlo, optas por utilizar la vista y mirar debajo de la cama a ver dónde coño están las zapatillas o te dignas a mirar en las profundidades de tu bolso a ver dónde se han escondido las llaves. En este último caso, incluso optas primero por el oído y agitas el bolso para que el tintineo te confirme que están ahí, que siguen ahí como tu sentido del tacto sabe muy bien aunque no haya sido capaz de dar con ellas. 

Cuando al tacto no encuentra algo que buscas,  es que algo va mal. Por el tacto solo se buscan las cosas seguras, de confianza. Para las chorradas y cosas sin importancia se utiliza la vista. Abres la despensa y miras para coger las galletas, miras en el armario para  los zapatos,  abres un cajón para buscar algo. Sabes que esas cosas tendrían que estar ahí pero no estás tan seguro como para buscarlas por el tacto.

Cuando algo de lo que buscas o utilizas al tacto no está o falla, pegas un respingo. Algo va mal.

Por supuesto puede ser una chorrada que solo perturbe tu rutina diaria como no encontrar las zapatillas debajo de la cama y recordar entonces que te fuiste a la cama dormida y descalza y que tus zapatillas están debajo del sofá y que tendrás que ir pisando el suelo frío hasta allí. Además, cuando llegas al salón, ya no las buscas al tacto, porque no estás seguro de donde están…

Puede ser algo más grave. Vas conduciendo tranquilamente y al pisar alguno de los pedales lo notas distinto.  Es algo sutil, pero te escama. Continúas y vuelves a notarlo, miras el panel y no hay nada raro, pero tú sabes que pasa algo, al tacto hay algo raro. Bajas la vista y miras…o apagas la radio para ver si eso que notas raro también se escucha. 

Puede ser incluso más grave, mucho más.  Estás sentado en el sofá o vas conduciendo y alargas la mano para tocar la mano del otro, que tiene que estar ahí y no está, o aún peor, se aparta. Duermes, despiertas y no hay nadie en tu cama…tocas y no está. No hace falta mirar, no hace falta escuchar, no hay nada que tocar. 

El tacto es el sentido de la cercanía y la confianza y el amor, claro. Miras, escuchas y hueles a todo el mundo, incluso sin querer (dejo el gusto aparte aposta...que conste), pero tocar, en principio, sólo tocas a quien quieres, a alguien con quien tienes mucha confianza o quieres tenerla. Dar dos besos a alguien o estrecharle la mano no es “tocar”, es educación y es otra cosa. Cuando hablo de tocar, hablo de tocar siendo consciente del tacto. Cuando uno está enamorándose, o tonteando con intención “amorosa” o como queramos llamarlo es perfectamente consciente del momento en que toca o le toca la otra persona…casi hay electricidad. También hay electricidad en la primera vez que tocas a tu hijo o que te toca él y te coge un dedo con su mano. Y la hay la última vez que tocas a alguien…

Cuando algo es de mucho amor, también puede ser de mucho odio, de rabia, irse al otro extremo. El tacto es también el sentido de hacer daño. El tacto puede ser hostil.  Obviamente alguien puede sentirse dolido por algo que te ve hacer o que te oye decir o incluso por tu olor…pero eso puede ser inconsciente. Pueden oírte, verte u olerte sin que tú seas consciente, pero pegar a alguien es siempre algo consciente.

Tocar.Entrelazar. Apretar. Acariciar. Asir. Rozar. Follar. 


Un abrazo. Entrelazar las manos. 


viernes, 5 de julio de 2013

MOLICAMISETAS.


Vaya...hay un sitio donde puedes diseñar tu camiseta. A ver como quedaría una camiseta con “Moli mola mil” en este tipo de letra... ¿y en esta? ¿Y en esta? ¿Y con esta? ¿Y en azul? ¿En verde? ¿En blanco? Y si en vez de "Moli mola mil" pongo otra cosa. ¿Cómo qué?  Voy a preguntar en twitter.

Parezco nueva, pero me he echado unas risas con las ocurrencias de los descerebrados.

“Moli mola mil” tuvo su aceptación.  Hubo variaciones muy asertivas “Sí, molas Moli”,  y otras con vocación de trabalenguas “Me mola que me mole Moli” que suena sospechosamente a estribillo de Leticia Sabater, así que está descartado. 

“Moli mola mil” por delante y “hostilizada” por detrás fue otra ida. Me plantea dudas. Suponiendo que la gente lea la camiseta porque me mira las tetas…se perderán la segunda parte del mensaje, no tengo nada por detrás que llame la atención. Aunque bien pensado pueden llegar por la espalda…leer Hostilizada y querer ver que hay por delante. No sé, no sé.

Teniendo en cuenta el factor “mirada al canalillo” un descerebrado sugirió “Para hostilizarme pulsa aquí”. Puede que más que tener en cuenta el factor mirada al canalillo, lo que se pretenda es sacar provecho del texto,  pero no sé si para el que lleva la camiseta o para el que pulsa. Dudas. En cualquier caso mola aunque yo le añadiría una pequeña diana en el sitio correcto para pulsar. Es increíble la cantidad de despistados que hay por ahí. 

 “Hostilizada MOLI mola más”. Estoy completamente de acuerdo con esta frase pero creo que para hacer camisetas es demasiado personal, aunque como texto para “personaliza tu propia camiseta me parece un acierto “Hostilizado FULANO mola más” o si no quieres enfrentarte a la pregunta ¿quién es fulano? algo más impersonal y personal a la vez “Hostilizado molo más”.  O algo incluso más genérico también sugerido por otro descerebrado “Hostilizarse mola mil” que suena un poco a secta pero engancha. 

 “Así no molas a Moli” me sumió en una espiral de pensamientos raros. ¿Así? ¿Así cómo? ¿Con la camiseta donde llevas escrito eso? Es un confuso mensaje subliminal para insinuar que puede que prefiera a los tíos sin camiseta…pero si esa camiseta me la pongo yo... ¿qué quiero decir? Demasiado complejo.

Sugerí “No me simpatizas”. Es una frase que mola. Es de El Chavo del 8. No es un taco, no es malsonante, no es soez, pero es tannnn contundente. “No me simpatizas” es: “me caes mal en este mismo momento, me caes tan mal que ni siquiera me cabreo contigo…sencillamente te ignoro y paso de ti”.
Algunos opinaron que se podía añadir un adjetivo al final “No me simpatizas,  piltrafilla”. Piltrafilla va con el tono, es como “eres tan mierdecilla que ni te considero” pero no aporta nada al mensaje, más bien le resta contundencia. Otros quisieron hundir el lema completamente “No me simpatizas asqueroso/a” que obviamente ni consideré…lo de asqueroso/a es de intenso políticamente correcto/a. Un despropósito.

“Aquí se viene llorado” fue otra de mis sugerencias. Encuentro que hay muchos lloricas por todas partes. Sí, yo lloriqueo en el blog, pero el blog es mi casa y en mi casa puedo lloriquear lo que me apetezca, así que lloriqueo en el blog y lloro a mares en el coche pero fuera de esos dos ámbitos no me mola el lloriqueo. “Aquí se viene llorado” me gusta. Contundente y claro.

La crianza: ¿Dónde demoños está la magia?" es una sugerencia extraña y muy peligrosa. Obvia el componente “Moli” y “molar” y me temo que no sería buena idea para pasear por  determinados ambientes. 
   
 “Molaría matarte” fue otra de las aportaciones.  A mí personalmente me gusta. Sé que habrá gente absurda que puede considerar el texto un poco violento…pero no lo es o puede no serlo. “Molaría matarte” abre todo un mundo de posibilidades que no tienen por qué ser necesariamente malas. “Molaría matarte de placer”...es una de las que se me ocurren ahora mismo y creo que tendría mucho éxito.

Luego tuvimos un par de ideas inspiradas en el cine.

 “¿Me lo estás diciendo a mí? Alégrame el día” viene de Harry El Sucio y tiene su gracia. Ese tono de chulería y de paso de ti siempre tiene encanto y en una camiseta más, aunque “alégrame el día” escrito en una camiseta puede sugerir “Quítamela” o “quítatela tú”  o “ya estamos tardando en desnudarnos

“Me llamo Moli, tú me mandaste a Mordor, prepárate a morir” surge de La Princesa Prometida y soy muy fan de esa peli.  Reconozco que me encanta aunque no se ajuste a la realidad. A Mordor vine sola y encantada de la vida…aunque claro, nadie me dijo que me quedaría atrapada para siempre. En cualquier caso me gusta aunque me temo que es un texto demasiado largo para que se lea entero y la mezcla de referencias cinematográficas puede llevar a confusión. ¿Quién es Moli y por qué va a Mordor? ¿Qué tiene que ver con el Señor de los Anillos? ¿Quién tenía padre en el señor de los anillos? ¿Es Moli el quinto hobbit? No lo veo claro. 

He descartado cosas como

 “Si no soy Curro Jimenez, ¿Qué hago con este trabuco?  por completamente inadecuado para mí aunque a lo mejor hay algún descerebrado al que le cae como un guante.

 “Soy de ir por la sombra, los bombones nos derretimos al sol” porque porque porque…en fin...se explica solo. 

 “Bebo para encontrar interesante a gente como tú” aparte de ser mentira me complicaría mucho el hecho de salir de casa con esa camiseta ya fuera estando con Molimadre “De verdad que vas a llevar una camiseta donde admites que eres una borracha?” o de las princezaz “¿Pero qué bebes? ¿No bebes por qué tengas sed?”. Descartada.

Creo que la que más me gusta es “No me simpatizas” seguida de cerca por "Aquí se viene llorado" y "Molaría matarte". 


¿Alguna sugerencia más? 

jueves, 4 de julio de 2013

MI NUEVO SITIO

Llevo 12 años, 7 meses y 3 días en los libros de colores.

La sede de los libros de colores un edificio de esos que alguien en un festival del humor absurdo bautizó como “inteligente”.  Esto quiere decir que es exactamente igual de feo, impersonal e incómodo que otros miles de ellos que hay dispersos por el país.

El de los libros de colores está ubicado en un polígono en medio de la nada que rodea a Mordor. Ni una sombra, nada medianamente no ya bonito sino nada que no agreda a la vista, nada que en días como hoy no den ganas de suicidarse al mirar por la ventana. Nada que no me haga plantearme ¿qué hago aquí?

En los libros de colores he tenido siete sitios diferentes, el último de los cuales estreno hoy.

La pradera se ha convertido en una sabana.  Me planteo traerme unos patines para ir de mi sitio a la impresora a por los informes, a la cocina a por mi tuper y al baño en una excursión en la que es posible que cambie el tiempo dada la distancia que tengo que recorrer.

Hemos pasado de estar apiñados, vernos el cogote, oler nuestros desodorantes y hacer prácticamente imposible abstraerse de las conversaciones telefónicas de los demás a casi necesitar prismáticos para ver a los demás praderistas. 

Tengo un sitio nuevo. Creo que me gusta pero no sé si porqué está bien o porqué he desarrollado un superpoder que consiste en que todo lo que (me) pasa en los libros de colores me es completamente indiferente.

Me ha tocado una nueva esquina de la pradera. Es una esquina que antes formaba parte de un despacho, concretamente del que fue durante diez años el despacho de Jefe Supremo.  Era la esquina de los sofás de recibir a las visitas de cortesía. No me senté más que un par de veces pero soñé mil veces con echarme una siesta en ellos. Eran blancos.

Mi nueva esquina está  completamente acristalada. Enfrente de mí, y por encima de la mesa de Sonrisas tengo una pared entera de cristales por la que veo una hilera de chopos que ahora que lo pienso he visto crecer desde que los plantaron al estrenar el edifico inteligente.  Al lado de Sonrisas y en diagonal conmigo se sitúa ahora Cedric. Creo que nos vendrá bien este cambio. Cambiar el metro que nos separaba por dos metros y medio va a mejorar nuestra relación. Él es demasiado grande y demasiado joven y yo tengo demasiada mala leche y muy poca paciencia últimamente.

A mi izquierda tengo otra pared enteramente acristalada. Era la que quedaba a la espalda de la mesa de de despacho de Jefe Supremo y él siempre tenía bajados los estores. Nosotros no. Están abiertos hasta arriba. Si giro la cabeza veo  en primer término  el parking donde aparcan los importantes de los libros de colores, después hay otra hilera de chopos que he visto crecer y después la nada poligonera del páramo de Mordor. Veo mucho  cielo…muchísimo.  Tengo mucha luz pero el cielo de Mordor es aburridísimo, es como mirar una pared azul. Cero misterio, cero intriga, cero.  La parte buena es que el par de días al año en que las nubes lleguen al cielo de Mordor tendré una bonita vista. Y el día que llueva veré hasta los charcos. Este pensamiento me hace feliz.

Sonrisas, Cedric y yo somos una isla de tres mesas.  A mi izquierda la ventana y el perchero con un chal negro que lleva ahí mil años.   A la derecha nada, no hay mesa que haga par con la mía y me gusta. Me gusta ser impar. 

Tengo una mesa rectangular, con una suave curva que hace que la parte de mi izquierda sea un poco más estrecha que la derecha. Es de madera clarita, bueno de contrachapado de ese cutrecillo con patas metálicas. Una mesa de oficina como otras mil.  También tengo una silla en la que nunca me he fijado. Tiene brazos que caben justo debajo de la mesa y ruedas a las que sospecho que ahora mismo les voy a dar muchísima más utilidad. Morenaza está ubicada a mi espalda y creo que nos encontraremos a medio camino deslizándonos sobre nuestras sillas mientras bebemos té y miramos el cielo de Mordor.

Encima de la mesa, de izquierda a derecha,  tengo un monitor necesario para revisar algunos libros de colores pero que no recuerdo la última vez que encendí. Un bote de cristal petado de bolis, lápices, tijeras, rotuladores y mil mierdas más. Es un bote de cristal que no tiene nada especial pero para mí lo es porque me lo dio Antonio…antes de conseguir salir de aquí y empezar una nueva vida fuera de los libros de colores.  El monitor del ordenador colocado encima de un paquete de folios sobre el que también hay un bloc de postit, una calculadora y una concha recogida en una playa un día de invierno.   

Un cuenco de cristal vacío que alguna vez tuvo caramelos.

Un teléfono que nunca suena. Ni siquiera me sé mi número.

 La torre de la CPU ocupa el extremo derecho de la mesa. En ella hay tres postales, una lista de teléfonos que nunca miro y un post it con contraseñas de aplicaciones tan supersecretas que ni siquiera recuerdo para qué sirven…supongo que por eso tengo apuntadas las contraseñas. Hay un posavasos de una noche de juerga “Finish your gin and begin to sin” y un iman que me envió una descerebrada “All you need is love and gin &tonic”. Imanes de distintos países traídos por compañeros que ya no están aquí sujetan las tres postales. 3 cds de música clásica y uno de Van Morrison.

Un cuaderno. Grande. Con anillas. Con cuadrícula azul. Siempre sobre la mesa. Cada día, al llegar saco la pluma y apunto la fecha…bueno, ya no lo hago. Me da igual que día sea, son todos iguales. Saco la pluma y mientras reviso libros de colores apunto los datos y las impresiones allí. Podría hacerlo directamente en la aplicación superguay que tenemos pero me mola escribirlo en mi cuaderno, con mi letra…es la única manera de recordar algo de cada libro de colores que reviso.

Un montón de libros de colores para revisar.

Una taza de té.

Un bote con clips.

Recién colgado esta mañana en su nueva ubicación mi calendario literario. Julio es Philip Roth.


“There´s no remaking reality…Just take it as it comes. Hold your ground and take it as it comes. There´s no other way”. 



miércoles, 3 de julio de 2013

LIBROS ENCADENADOS.- JUNIO






No sé que he hecho el mes de junio. No sé en qué cojones he perdido el tiempo, supongo que en alguna memez, pero el caso es que el ritmo lector ha flojeado mucho. Sólo 3 libros y además de pocas páginas. Un desastre absoluto. Quisiera pensar que  en julio voy a recuperar tiempo de lectura, pero con el madrugón completamente absurdo que me estoy metiendo me temo que eso no va a pasar.







Industrias y andanzas de Alfanhui de Rafael Sánchez Ferlosio. Tercer libro en español del año. Regalo por mi 40 cumpleaños. Confieso que tenía mogollón de pereza para empezarlo  porque no tenía ni idea de qué iba y además quería que me gustara. Me jode cuando me regalan un libro con muchísima ilusión y no me gusta…a pesar de lo que la gente crea no me hace feliz decirle a alguien “el libro que me regalaste me pareció una mierda”.  Así que tras meses de esquivar sus miradas de “es mi turno, es mi turno” que me lanzaba desde la estantería de “pendientes…lo cogí y lo empecé muy despacio, con mucho cuidado.

Y flipé. Es un libro extraño, a medio camino entre el realismo mágico y el surrealismo. Al leerlo, a veces tenía la sensación de estar ante la explicación de un cuadro de Mondrian o de Klee.  Escribir lo que se siente es difícil, escribir lo que se ve o se imagina es complicadísimo pero conseguir que el lector vea y sienta algo que no existe en la realidad es la leche. Sánchez Ferlosio consigue meterte en un mundo irreal, poético, onírico  en el que sin embargo te ves andando, sintiendo el calor y notando los colores.  

Es también un libro irregular. Hasta la mitad más o menos me pareció espectacular, distinto, raro y extrañamente hipnótico…luego creo que empieza a flojear, hay más “trama” y de alguna manera rara, la presencia de un mundo más real y más reconocible resta encanto o espíritu a la lectura. Te metes en un universo extraño e increíble y cuando lo estás viendo todo flipando…de repente empiezan a contarte una historia que reconoces pero que no es ni la mitad de chulo que lo anterior. Es un poco la sensación de salir de un sueño…

El maestro contaba historias por la noche. Cuando empezaba  a contar, la criada encendía la chimenea. La criada sabía todas las historias y avivaba el fuego cuando la historia crecía. Cuando se hacía monótona, lo dejaba languidecer; en los momentos de emoción, volvía a echar leña en el fuego, hasta que la historia terminaba y lo dejaba apagarse. Una noche se acabó la leña antes que la historia y el maestro no pudo continuar.
-          Perdóname Alfanhuí.
Dijo y se fue a la cama. Nunca contaba historias sino en el fuego y apenas hablaba de día”.

Alfanhuí conocía bien la leña. Sabía los maderos que daban llamas tristes y los que daban llamas alegres; los que hacían hogueras fuertes y oscuras, los que claras y bailarinas, los que dejaban rescoldos femeninos para calentar el sueño de los gatos, los que dejaban rescoldos viriles para el reposo de los perros de caza”.

“Alfanhuí no hubiera sabido decir si en sus ojos había una tenebrosa soledad y en sus oídos un insondable silencio, porque aquella música y aquellos colores venían de otra parte, de donde no venía nunca el conocimiento de las cosas; traspuesto el primer día, por detrás del último muro de la memoria: la inmensa memoria de las cosas desconocidas”

Creo que es un libro que leeré con laz princezaz.



¿Una gran ilusión? Un ensayo sobre Europa de Tony Judt.  Sobre este libro ya lo dije todo el día en el post que le dediqué el otro día. No es una juerga, no es entretenimiento, es para pensar y aprender.

Ayer leí  “El profesorJudt hace trasbordo”  en la Revista de Libros que recomiendo para el que tenga interés en leer sobre Judt  y en el que me moló ver que una voz bastante más autorizada que la mía opinaba lo mismo que yo sobre este libro.

Se trata de un librito espléndido, no simplemente penetrante, sino inquietantemente profético. Lo cierto es que leerlo a la luz de la actual crisis existencial que atenaza a la Unión Europea resulta verdaderamente escalofriante. Nada menos que hace dieciocho años, Judt escribió que cada uno de los sucesivos estadios de acción europea conjunta, desde el Tratado del Carbón y el Acero en 1951 hasta Roma en 1957, a La Haya en 1969 o a Maastricht en 1992, se habían ajustado a un modelo constante

“Aunque «entusiastamente europeo», Judt se sentía consternado ante la idea de volver al «círculo asediado y mutuamente antagonista de países desconfiados e introvertidos que era el continente europeo en el pasado más reciente», y no le gustaba la etiqueta de euroescéptico; sí admitía ser un europesimista, que veía que una Europa verdaderamente unida era lo bastante improbable como para convertir todo intento en esa dirección en algo desaconsejable y contraproducente. Eso también suena ahora más cierto incluso que cuando fue escrito.



Remedio para melancólicos de Ray Bradbury. Libro de relatos que compré en la Feria del Libro Antiguo porque era de Bradbury y porque me moló el título. Es una edición viejuna, con una etiqueta de Galerías Preciados, una portada bastante fea y un papel grisáceo muy vintage.(no es la que enlazo)

Los relatos que recoge ese título tan chulo son breves y no presentan ningún nexo de unión entre ellos. Como a la vez estoy leyendo los relatos de Cheever, me choca esa “desconexión” entre relatos porque los de Cheever de alguna manera rara son siempre el mismo o lo parecen, cosa que no les resta calidad para nada…de hecho son mucho mejores que los de Bradbury.

Del libro de Bradbury los que me más me han gustado son los que tienen algo que ver con los de Crónicas Marcianas (si no lo habéis leído no sé en qué estáis perdiendo el tiempo), los que se ambientan en Marte. Ahora que lo pienso a Bradbury le pasa un poco como a Ferlosio con Alfanui, cuanto más irreal y onírico es…mejor son sus relatos y por eso los de Marte son mejores o al menos a mí me gustan más: “La ventana de color frutilla”, “Todo el verano en un día” y “Eran morenos y de ojos dorados” que es el que más me ha gustado de esa serie.

Me moló el relato que abre el libro “En una estación de buen tiempo” en el que una pareja americana llega a Biarritz. Él es un enamorado del arte contemporáneo y un admirador de Picasso al que considera el mayor artista de todos los tiempos.  Picasso aparece como personaje del relato pero Bradbury lo presenta tal y como era, dando una visión con él que encaja perfectamente, contando una historia que podríamos considerar real y no ficticia.

Y hay otro relato “El maravilloso traje de helado de crema” que me ha recordado muchísimo a Steibenck y los personajes de Cannery Row. El ambiente, los tipos que aparecen, el argumento, los diálogos…todo me recordó a Steinbeck.

Ha sido una lectura curiosa…




De Cheever han caído otros 4 relatos y  me han gustado todos. Me quedo con el inicio de “The Pot of gold”

They were always at the threshold of fortune; the always seemed to have something on the fire

Y con el final del mismo relato

“ Desire for her delighted and confused him. Here it was, here it all was, and the shine of the gold seemed to him to be all around her arms




Ahora que lo pienso, este mes también terminamos la lectura de “El Hobbit”. La primera vez que leí ese libro tenia 9 años y realmente no lo leí, me lo leyeron. En la semana que había nacido Pobrehermano Pequeño , Pobrehermano Mayor, Molihermana y yo estábamos en casa de mis abuelos dando el coñazo. Un hermano de Molimadre decidió que todas las noches, si nos portábamos bien nos leería un trozo de un libro que estaba leyendo él y que resultó ser “El Hobbit”. Dormíamos los 3 en dos camas y recuerdo perfectamente la sensación de meternos en la cama, taparnos hasta la barbilla y ver a mi tío sentado en un lado de la cama contándonos las historias de Bilbo Bolsón.

A las princezaz no les gusta que les lea en la cama, prefieren hacerlo solas. Les he leído El Hobbit mientras cenaban, para que se distrajeran ellas y para no entrar yo en un ataque de histeria al eternizarnos para comer 3 croquetas.

El Hobbit no es un gran libro, está a años luz de “El señor de los anillos”, es un cuento, una historia de aventuras con buenos y malos. A mí me ha gustado leerlo y a las princesas les ha flipado y a veces ha provocado grandes momentos.

“Bilbo se escondió entre el follaje”.

-        C , no hace falta que levantes la mano…¿qué pasa?
-          ¿Qué es follaje?
-          Jijijijiji.- risita de M.
-          Follaje son los arbustos, las ramas, cuando hay muchas plantas y casi no se ve a través de ellas.
-          Ya…pero follaje es algo más.- dice M.
-          No, “follaje” no es nada más, te lo aseguro.
-          …ya…pero se parece mucho

Pues con esto y un bizcocho (aunque lo que me apetece es un copazo) hasta los encadenados de julio.