viernes, 5 de octubre de 2012

MATERNITY (CIV): DISFRUTANDO Y SUFRIENDO.

C y la pintura.

- Hija...he pensando que en vez de regalarle a C algo de esas muñecas horripilantes que le gustan, le voy a regalar unas clases extraescolares de pintura.
- Estupendo...le va a flipar.
- ¿Cuándo voy? ¿Cuándo voy? ¿Cuándo voy? ¿Cuándo voy? ¿Cuándo empiezo? ¿Cuándo empiezo? ¿Cuándo empiezo? ¿Voy a pintar ya o solo vamos a conocernos?
- No te soporto…

C. tuvo su primera clase el lunes. Llegue a recogerla después de hacer un rato el idiota corriendo por el Retiro. Iba pensando en encontrarme una mesa con 6 energúmenos como ella, con sus batas blancas pintarrajeando unas páginas con ceras o con témperas o con rotuladores y un esforzado profesor con una expresión en la cara que dijera algo así como: en mi próxima reencarnación me pido ser Herodes.

Y no.

Entre un señor de unos 60 años pintando un puerto pesquero y una señora de unos 50 pintando flores moradas, estaba C con su caballete y su pincel...pintando un pez tropical.

- Hala...está muy bien… ¿lo estás coloreando?
- Mamá...estoy pintando...PIN TAN DO...PIN TAN DO
- ¿Te ha ayudado el profesor a pintar el pez?
- NO…lo he pintado yo todo. Y no me hables...que estoy concentrada.
- ¿TODO?? .- por un momento comprendí que el tiempo en el que laz princezaz van a estar orgullosas de mi...está llegando a su fin.

Le pregunté al profesor... ¿Que tal C?

- Fenomenal...es una niña encantadora, supereducada, muy simpática y se ha portado muy bien.

EL profesor no la vio pero C me miró desde su espalda y juraría que le brilló un ojo.

- Mami es lo que más me gusta del mundo mundial. Quiero que sea lunes otra vez para volver a pintar. Voy a pintar un cuadro para cada uno: uno para Abu, otro para Pobrehermano de montañas, otro para el Abuelo, otro para mi amiga JImena…voy a hacer uno de barcos, otro de elefantes, otro de focas…¡¡quiero que sea lunes otra vez!!!

M y el deporte.
La princeza élfica es una enamorada del deporte. La natación y el fútbol. Todo el día en remojo o con una pelota en las manos. Todo el día.

- Mamá...por las notas quiero unos guantes de portero y unas botas con tacos.
- Estupendo...
- Y por mi cumpleaños quiero la equipación de Casillas y una bici...no sé qué pedir...

M va a futbol y natación.

- ¿Qué tal piscina?
- Mal
- ¿Mal? ¿Qué ha pasado?
- Nos han tomado tiempos y no he mejorado. He nadado muchísimo…25 largos sin parar y sin agarrarme a los bordes y me dolían mucho las piernas y estoy muy cansada.
- Lógico que estés cansada...has nadado muchísimo.
- Ya...pero es que….

La miro y ya tiene los ojos anegados en lágrimas con su llanto Candy Candy…y le tiembla la boca..

- Es que mamá...no nado bien, no lo hago bien y me canso muchooooo...

Un mar de lágrimas y de pena suprema que no sé cómo manejar.

- No te preocupes que lo haces muy bien...es que estas cansada pero además lo importante es que a ti te gusta nadar y ya está...disfruta nadando y no pienses en nada más. Y si no quieres ir pues lo dejas..
- No, no..yo quiero ir y mejorar.


¿Qué tal el futbol?
Muy bien...me gusta mucho.
¿Cuántos sois?
18. Soy la única chica.
Ah...vale...muy bien. ¿Y te ha gustado?
Me gusta muchísimo mamá...hemos jugado un partido y yo he parado todo aunque cuando me tiro me hago daño pero me tiro para pararlas porque si fallo los niños dicen “eres chica y eres una mierda de portera”…

¡¡¡¡.- putos niños de los cojones….

Bueno...cariño...no te preocupes...es que los niños son muy bobos...
Ya...pero es que…

Mierda...aqui está otra vez…el llanto Candy Candy que me parte el alma…las lágrimas cayendo y mi princeza con toda su pena..

- Es que mamá….se meten conmigo porque soy chica y yo solo quiero jugar al futbol…y además lo hago bien.

 
Lo que me pide el cuerpo es bajar el próximo día al entrenamiento y al primer niñato de 10 años que se meta con mi princeza hundirle en la miseria...pero opto por la reafirmación positiva de mi princeza...ya me vengaré más delante de esos críos del demonio.

Mira cariño...esto no te va a consolar ahora mismo pero te lo voy a decir. Esos niños bobos con los que juegas al futbol van a estar babeando por ti en menos de lo que canta un gallo porque eres una niña increíble, eres guapísima, eres buenísima y encima te sabes todas las alineaciones de los equipos de futbol de primera, el sueño de cualquier zopenco de esos..Así que no les hagas ni caso...Tú juega al futbol y nada más y si no quieres ir pues no vas.
No, no...Yo voy a seguir digan lo que digan.

¿Quieres que te pinte jugando al futbol?

Me voy a pasar el año moderando las ambiciones artísticas de C que pretenderá que monte una exposición en casa y alentando las emociones futbolísticas de M.

Lo mejor va a ser cuando empiecen los partidos de futbol de M y vea a esos zopencos y a sus progenitores y me vengue. Veo el horizonte plagado de posts sobre el tema.

jueves, 4 de octubre de 2012

LO QUE NOS RODEA

Goethe en cambio vivió en el breve periodo de la historia cuyo nivel técnico ya daba a la vida cierta comodidad pero en el que un hombre culto podía aún entender todos los instrumentos que utilizaba. Goethe sabía de qué y cómo estaba hecha la casa en la que vivía, sabía por qué alumbraba la lámpara de queroseno, conocía el principio del catalejo con el que contemplaba Mercurio junto con Bettina, no era capaz de operar él mismo, pero había participado en varias operaciones y cuando estaba enfermo podía entenderse con el médico con el vocabulario de un conocedor”

La inmortalidad de Kundera.





Para el que no lo sepa, Goethe vivió entre 1749 y 1832 en Alemania. 200 años son muchos años y obviamente era otra época pero la manera de vivir de Goethe no estaba tan lejos de lo que conocemos nosotros. Quiero decir que no era la prehistoria e iba vestido con pieles y cazaba su propia comida, no era la época romana y tenía esclavos, no era el Medievo y la peste asolaba el mundo, no era el renacimiento y las luchas religiosas sacudían el continente europeo.

Goethe estudió en la universidad, compraba en un mercado lo que necesitaba para comer, viajaba en carros, leía, iba al médico, iba al teatro, escuchaba música e iba vestido de una manera que ahora mismo nos parecería peculiar pero que reconoceríamos. Es más, creo que si Goethe apareciera en mitad de la Gran Vía no llamaría la atención, cosa que no ocurriría con un patricio romano o un monje cisterciense.

Goethe sabía cómo funcionaba casi todo lo que le rodeaba. Sí, era un erudito, fue un gran escritor y comentan que era muy inteligente pero no sólo él sabía cómo funcionaban las cosas que le rodeaban. El albañil de la época sabía construir su casa, sabía de dónde llegaba el agua que utilizada, sabía arreglar un carro, sabía hacer jabón para lavarse, sabía hacer velas y seguramente sabía dónde conseguir las mejores moras cuando llegaba la época en los bosques cercanos a su ciudad.

Goethe y su albañil “manejaban” su entorno. Conocían lo que les rodeaba y cómo funcionaba.

¿Qué sabemos nosotros? ¿Qué se yo?

Yo no soy ni un erudito ni tengo una ocupación digamos manual. Sin embargo tengo a mi alcance muchísima más información de la que manejó Goethe en toda su vida. Con un sencillo clic o visitando bibliotecas que ni siquiera Goethe soñaría puedo encontrar información no solo para comprender lo más cercano sino también lo más lejano. ¿Y qué se? Nada.

Puede que yo no sea el mejor ejemplo pero me temo que en general, conocemos menos de nuestro entorno que Goethe y su albañil. ¿Por qué? En teoría estamos en una posición muchísimo mejor, además de la información a la que tenemos acceso fácilmente y casi sin esfuerzo, podemos viajar a cualquier lugar del mundo en cualquier momento, podemos comunicarnos con alguien a miles de kilómetros de distancia, la cantidad de universitarios es increíblemente mayor que hace 200 años y no tenemos que (casi) preocuparnos por qué comeremos hoy o por si el crudo invierno va a matarnos por congelación. Por tener, tenemos hasta antibióticos que aunque estén desprestigiados en ciertos ambientes...han salvado muchas vidas y por los que Goethe y su albañil habrían matado.

¿Por qué sabemos menos? Concretaré la pregunta... ¿por qué sabemos menos de lo que nos rodea cotidianamente? Yo no sé nada de mucho, pero conozco gente que sabe un huevo de plantas o de trenes o de ciencia aplicada a la medicina pero no sabe coser, o arreglar una bombilla o un coche. Nuestro entorno más cercano, lo que necesitamos para vivir, lo que nos hace la vida más confortable es un misterio. Estamos rodeados de ciencia y tecnología y no sabemos absolutamente nada de ellas y no hablo de saber qué es el Boson de Higss o de calcular la órbita de Marte, hablo de chorradas: ¿por qué suena el despertador? ¿Cómo funciona la olla exprés? ¿Por qué sale agua caliente de la ducha? ¿De qué está hecha la espuma de afeitar? Y no solo me refiero a cosas prácticas...también a cosas como ¿por qué mi calle se llama Maestro Patapán? ¿Quién era? ¿Qué es esa estatua que hay en la plaza que atravieso todos los días? ¿De dónde sale el nombre del colegio de mis hijos? ¿¿ De dónde han salido estas mandarinas que me estoy comiendo? ¿Cómo funciona un boli? ¿Cómo está hecha mi camiseta?

No me vale la respuesta de que nuestro “entorno” es mucho más amplio que el de Goethe y su albañil. Ellos vivieron hace 200 años pero como comenté al principio llevaban una vida que nosotros reconoceríamos perfectamente y no estoy hablando de conocer el proceso de apareamiento de los babuinos sino de conocer lo que te rodea, desde la olla express hasta el teléfono móvil.

¿Por qué nos pasa esto?

Porque hemos perdido la curiosidad. Venimos de serie con ella, cuando somos pequeños todo nos intriga: ¿cómo funciona el lavaplatos? ¿Quién vivía en este castillo? ¿Por qué las ventanas eran tan pequeñas en los castillos? ¿Si el motor es más grande el coche corre más? ¿Cómo funciona un semáforo? ¿Quién es el señor del cuadro? ¿Por qué vuelan las moscas? Todo lo que vemos a nuestro alrededor, nuestro entorno más inmediato nos provoca curiosidad y preguntamos...y sin embargo llegamos a ser adultos y lo que nos rodea es un completo misterio.

¿Por qué perdemos la curiosidad?

En la época de Goethe y su albañil el saber era un valor en sí mismo, el conocimiento "valía" por sí mismo.  El acceso fácil a la información nos ha llevado a una banalización del conocimiento. "Saber" no vale para nada.  ¿Para qué voy a conocer y estudiar algo si puedo “Informarme” sin hacer el más mínimo esfuerzo cuando tenga interés? En la

Hemos perdido la capacidad de esfuerzo, hemos perdido la valoración del esfuerzo como algo positivo y bueno en sí mismo. Sabes que si tienes curiosidad por algo, harás clic y casi inmediatamente tendrás la respuesta, una respuesta con la que te conformarás en la mayoría de los casos, porque ponerla en duda o comprobarla implicaría un esfuerzo que no vas a hacer. Cuando la curiosidad se sacia rápidamente...ese dato no se queda en la cabeza, no se “adquiere”, simplemente se esfuma, resbala por tu cerebro y se pierde. No deja huella.

Cuando la curiosidad se satisface con un poco más de esfuerzo: leyendo un libro o haciendo clic 4 veces y comprobando cuatro fuentes distintas, o escribiendo lo que has aprendido o preguntando a alguien que sabe del tema, ese dato, esa información se asimila. Es para siempre, has aprendido algo y tú cerebro dice...”esto me ha costado adquirirlo, asi que me lo quedo”.

Si lo pensamos, la curiosidad que otros han sentido antes que nosotros nos ha hecho la vida más fácil.  La curiosidad nos mantiene vivos.  Hay que tener curiosidad, mirar alrededor y ver lo que nos rodea,  percibirlo,  preguntarte por ello, para luego intentar saber más, entenderlo y aprender. Pensar continuamente ¿ Por qué? ¿ Cómo? y sí ya eres un lumbreras...¿ Qué pasaría si...?


Perder la curiosidad es el fin...

Y ahora voy a enterarme de cómo funciona mi olla exprés.

martes, 2 de octubre de 2012

UNA VEZ MÁS: TERAPIA DE LA HOSTILIDAD

Hace tiempo que no actualizo esta sección de servicio público en la que gracias a mi buen carácter, el amor hacia el prójimo que me desborda y mi deseo de ayudar a la humanidad, cojo el comentario idiota de un imbécil y lo convierto en un bonito post.

El agraciado de hoy es, como siempre, un Anónimo. Una vez más me fascina la incongruencia vital por la que alguien quiere decir algo supuesta mente ingenioso e hiriente y a la vez se oculta bajo un Anónimo, como si le diera vergüenza hacerse titular de ese supuesto ingenio hiriente. Siempre me imagino a estos Anónimos de pequeños, detrás del malote de turno en el patio del colegio y repitiendo con eco lo que éste decía escondidos detrás de su espalda, lo que viene siendo unos mindundis.

El comentario en cuestión es este:

Bien, por fin te empiezas a dar cuenta de que como toda gilimolinera que eres tienes el síndrome Peter-Pan! Ya era hora chata...

Y está en este post, escrito en la prehistoria de este blog y que es ESPANTOSO.
¿Qué nos dice este estúpido comentario?

Primero que el Anónimo a pesar de querer mostrar algún tipo de desprecio hacia mi persona, debe tener alguna disfunción o un trastorno de bipolaridad porque estaba leyendo el blog a las 23:08. Alma de cántaro..¿ no tienes nada mejor que hacer a las 11 de la noche que leer un blog? Prueba con un libro chato…

Me encanta el tono condescendiente comenzando por ese sonoro “Bien, por fin…”¿ Por fin qué? ¿ Bien qué? Para empezar no estás usando los verbos en su tiempo verbal correcto. Es un post del 2008..hace 4 años, así que lo correcto hubiera sido algo como “ Bien, por fin te diste cuenta”.

El Anónimo es masoquista. No sólo ha leído este post ( que ES UN HORROR) si no que ha leído alguno más…porque sabe que voy a Los Molinos. Así que estamos ante un nuevo caso de “me caes mal y no me gusta tu blog pero lo leo”.

Gilimolinera

Que tierno. ¿Qué se puede decir de alguien que dice “gilimolinera” como insulto? ¿Cuando te pillas los pelos con la cremallera qué dices? ¿Córcholis? ¿Cáspita? Haberme llamado gilipollas y te hubiera tenido más respeto. Llamándome “gilimolinera” me dan ganas de ir y arroparte con tu edredón de superhéroes mientras te dejo la luz encendida para que no pases miedo por la noche.

Luego juega a los médicos: “Sindrome de Peterpan”. Menuda lumbrera. Un post (¿he comentado que es una mierda de post?) donde hablo de las cosas que me hacen sentirme mayor y luego otras tonterías que me hacían sentir joven y va el tio y me diagnostica “síndrome de Peter Pan". Pues vaya mierda, lo que hubiera molado es que después de leer ese post me hubieras diagnosticado hipercolesterolemia familiar o mucho puente en los pies. Menudo bluff eres. Prueba como forense: dado que tiene un hacha clavada entre las cejas yo diría que la causa de la muerte fue un hachazo entre las cejas.

Y luego viene mi parte favorita..”Ya era hora chata” ¿ Qué podía pegar con “gilimolinera”? Pues algo como chata o bonita. Algo así, que sonara un poquito chuleta pero como con vergüenza..dicho por encima del hombro del malote del recreo.

Permíteme un consejo, para la próxima vez, prueba con algo más contundente: “ este post es una mierda, gilipollas”. O con algo más chulesco: ¿pero qué basura es esta? O algo directamente hostil hacia Los Molinos: “ como todos los de Los Molinos eres imbécil” o algo tremendamente condescendiente: “ me da vergüenza leerte y debería darte vergüenza escribir así”.

Asi que ya sabes, copia/pega la próxima vez. Te sentirás más poderoso y sobre todo no me descojonaré de ti.

Y ahora vete a llorar al rincón del patio.

lunes, 1 de octubre de 2012

JORNADA INTENSIVA

¿Qué mierda es esta de la jornada intensiva?

La jornada intensiva mola mucho, porque luego tienes todo el día”

¿Todo el día para qué?

Tienes todo el día para ver cómo te descompones como persona, como se te agotan las baterías y como toda tu vida se reduce a intentar mantenerte en pie y respirar.

La jornada intensiva es solo apta para gente que curra cerca de casa y no tiene hijos. Los demás somos superhéroes.

La jornada intensiva implica madrugar...
La jornada intensiva no es intensiva es superextensiva. Dura más que una jornada normal. Estás exactamente las mismas horas en el curro y además sin levantarte de la silla porque claro " es intensiva". Sin embargo lo peor es al llegar a casa de currar exactamente las mismas horas, como es “tan pronto”...hay que aprovechar. Entonces te lanzas a “aprovechar” y llenas esas horas en las que estás ya en “low battery” de cosas que hacer. “Aprovecho y voy a la compra” “Aprovecho y voy a la reunión de padres” “Aprovecho y cocino” “Aprovecho y ordeno los armarios”. Todo en la misma tarde. ¿Acaso es que antes no hacías esas cosas? Sí, claro que las hacías pero planificadas: el lunes una, el martes otra, el miércoles otra...ahora no...Ahora tienes tiempo porque tienes jornada intensiva…Una mierda.

La jornada intensiva hace intensamente feliz a tus hijos. Los que no tienen hijos no lo saben, pero cuando sales del curro y llegas a casa tu tiempo ya no te pertenece, es de tus hijos…y ahora con la jornada intensiva tienen mucho más de tu tiempo. No es que antes tuvieran poco, tenían suficiente, nunca se quejaron...pero ahora tienen más y no van a dejarte escapar. ¿Has traído la merienda? ¿Vamos al parque? ¿Jugamos al Carcasonne? ¿Nos disfrazamos? ¿Hacemos un bizcocho? ¿Vemos una peli? ¿Jugamos a las cartas? ¿Me corriges los deberes?

La jornada intensiva te hace sentir mala madre. Antes llegabas a casa y estabas con tus hijos un rato y se te acababa la paciencia y te sentías mal pero solo eran unas horas…ahora tienes toda una tarde para sentirte mal porque se te acaba la paciencia igual y porque en vez de estar “disfrutando” de esa vida familiar estás fantaseando con cómo sería tu vida si no te hubieras reproducido. Bueno, más bien fantaseas con la siesta que te estarías echando en vez de estar montando la ciudad de Hello Kitty que pronto entrará en batalla con la ciudad de los clicks.

La jornada intensiva acaba con tu actividad deportiva, esa que tanto te ha costado adquirir. Antes tenías una hora a mediodía que era solo tuya. No era del curro porque era libre y no era de tus hijos porque no estabas en casa y la aprovechabas para ir a nadar. Ahora no tienes esa hora. Deslizándote por la pendiente de lo inevitable dices: bueno...saldré a correr. ¿A qué mierda de hora sales a correr? Tienes que salir de casa a las 7 de la mañana, levantarte a las 6 y media…salir a correr significaría levantarte a las 5:45…paras este pensamiento inmediatamente. Piensas en salir por la tarde, pero para cuando los astros se alinean para darte un ratito para ti, te pones las zapatillas y sales a correr y te das cuenta de que a duras penas puedes mantener los ojos abiertos...asi que ¿ Como coño vas a subir al Retiro corriendo? Además, será peligroso...es posible que te duermas en un banco…

La jornada intensiva te quita el hambre. A las 6 y media tu cuerpo solo quiere nadar en una piscina de café, se niega a comer nada. Años de adiestrarte en la rutina de “un buen desayuno para empezar el día con ganas” y se ha ido a la mierda con unos cuantos madrugones. Contra todo pronóstico a la hora de la comida tampoco tienes hambre. Comes sin ganas, en 15 minutos, y te fascina el hecho de que hace un par de meses fueras capaz de comer primero, segundo y postre en la cantina del curro y ahora medio filete empanado y un yogur te hagan bola. Por la noche después de cocinarte el medio filete empanado para la tartera del día siguiente...con el yogur tienes suficiente.

La jornada intensiva anula el encanto de tu charla. Te levantas y todos duermen. Llegas al curro y no hay nadie y cuando llegan los que no tienen jornada intensiva, frescos, sanos, con cara de haber dormido y haber desayunado te caen mal y no quieres hablar con ellos. Por la tarde, puede que tus amigos y tu familia te llamen...pero no tienes fuerzas y también te caen mal. Todo el mundo te cae mal.

La jornada intensiva aniquila tu vida social. Es impensable hacer nada entre semana y cuando llega el viernes eres tan piltrafa humana que cualquier plan a más de 2 metros de tu sofá te parece tan duro como intentar subir el Everest.

La jornada intensiva me hostiliza con el planeta. Ahora mismo es la única ventaja que le veo, hostilizada me mantengo en pie, pero como se me pase este efecto, ya sé de qué voy a morir: de jornada intensiva.