Para empezar hay que explicar, que la ropa infantil es un tema que a los padres les es completamente ajeno.
Es un universo creado más allá de su entendimiento: tallas en meses, tallas en cm, unas cosas se abrochan por delante, otras por detrás, la diferencia de tejidos ese gran misterio místico ¿esto es pana? ¿Esto es algodón?, la combinación cromática, diferenciar las zapatillas de estar por casa de las que no lo son, la conveniencia de usar las botas de agua en días de lluvia y no en días de caloreta so pena de que a tu churumbel se le cuezan los pies, son incapaces de recordar el numero de pie que calzan sus hijos…en fin…un mundo complejísimo.
La ropa infantil a los padres les hace bola, pero confesad malditos, lo hacéis aposta para no tener que ocuparos. Venís con un gen malvado que os impulsa a vestir a vuestra hija de morado y verde con zuecos de piscina y camiseta de dora la exploradora para llevarla al trabajo de su madre, solo para conseguir esta frase: “cariño, me voy pero te he dejado la ropa preparada de los niños”.
A la hora de vestir a tu descendencia hay 3 opciones:
- Decidir llevar a tu niño hecho un repollo absoluto. Para ellas siempre vestidos de nido de abeja con mangas farol, chaqueta a juego, leotardos y zapatitos de princesa y para ellos pantaloncitos cortos con pinzas o largos con raya con camisa a juego, tirantes, leotardos sin son pequeños y calcetines si son más mayores y mocasines. Son lo que viene siendo niños de catálogo. La ventaja de esta opción es que la ropa es la misma año tras año, es un estilo que se lleva desde que yo tenía 3 años.
- Decidir llevar a tu niño independientemente de la edad que tenga como si fuera un adolescente carpetero petagranos adicto a la sección de moda del Cosmopolitan. Para ellas camisetas de lentejuelas si se llevan, pantalones piratas estrechos si es lo que toca esa temporada, botas de mosquetero aunque la niña mida 70 cm, camiseta ombliguera aunque sea diciembre…y para ellos pantalones cagaos, gorra de rapero y zapatillas de deporte fosforito. Son esos niños que los ves y dan como grimilla: ¿tendrá 3 años o 13 y está un poco canijo?
- La tercera opción es la que queda en medio...y consiste en rebuscar en tiendas y sortear el cursilismo supremo y la moda absurda buscando ropa bonita, barata y PRÁCTICA.
La practicidad es fundamental a la hora de vestir un niño...pero como todo no hay que llevarla a los extremos a la que son capaces de llevarla alguna gente. NO se puede llevar al niño en pijama todo el día aunque sea un bebe o aunque el pijama de spiderman parezca un chándal. No se puede.
Los niños normales corren, saltan, se pelean, trepan, se manchan con pinturas, con plastilina, se enganchan en picaportes, esquinas, ramas, armarios, con sus propios amigos o hermanos…y aunque los plastifiques completamente siempre consiguen dejar un rastro en su ropa de lo que sea que hayan comido. Por todo eso no merece la pena sufrir por la ropa ni gastarse una pasta indecente en un jersey ideal de la marca pitipín. A tu hijo le va a dar igual lo que te haya costado y aunque te pongas superserio, le amenaces con el dedo o le prometas la luna: Por Dios…no te manches ese jersey. Se le olvidará a los 3 nanosegundos y se destrozará el jersey sin compasión. Lo peor es que ya lo sabías….y te sentirás imbécil.
Por supuesto es inevitable la tentación de comprarles algo “de bonito” para usar en “ocasiones especiales”. Esta tentación es más fuerte cuanto más novato eres. Llega una nueva temporada y corres rauda a comprar lo que les hace falta para el día a día y luego “algo para las ocasiones especiales”. Con el tiempo aprendes a que esas “ocasiones especiales” son poquísimas y que realmente adornando un poco algo de diario van que se matan…y aprendes también a base de ver esa ropa colgando el armario sin ningún tipo de utilidad.
El tema del tallaje es también curioso. Los fabricantes de ropa infantil son unos seres malvados que se sientan en sillones y acarician gatitos mientras ven en una bola de cristal a madres ir y venir con ropa para cambiar a las tiendas y maquinan estrategias diabólicas: : tu haz una talla 6-7 que realmente sea para niños de 3…y yo haré una talla de 3 para niños de 10.
Alguien que no tenga hijos dirá: pues te llevas al niño de compras y vas probandole la ropa. Lo dicho, alguien que no tenga hijos.
Si tienes más de un descendiente, pasado el momento absurdo de “quiero que el segundo también estrene todo porque pobrecito”…que es una completa gilipollez se llega al momento “heredar”. Parece buena idea, claro que si...pero conlleva un follón logístico cada cambio de temporada que te hace desear vivir en una isla desierta donde tus hijas puedan ir todo el día en bolas.
Llega octubre y empiezas a guardar la ropa de verano y sacar la de invierno.
Parece fácil pero no.
Primero hay que hacer una montaña con la ropa que ya no le vale a ninguno de tus hijas, para hacer esto por supuesto hay que probárselo todo y ellos jamás están dispuestos. Se pueden pasar el día jugando a disfrazarse pero el día que les dices que hay que probarse la ropa primero se aferran a su ropa como si fuera una segunda piel y luego encuentran absurdamente hilarante correr en bragas por la casa mientras tú les persigues para probarles un jersey de cuello vuelto.
Luego otra montaña con la ropa que ahora les vale y que crees calculando muy optimisticamente les valdrá el verano que viene.
Otra montaña con la ropa que el año pasado calculaste optimisticamente que les valdría este invierno y que no les entra ni de canto, ni metiendo tripa ni aunque decidas que se llevan las mangas tres cuartos y los piratas.
Otra montaña con la ropa que no le vale a tu hijo mayor pero que crees que le valdrá al pequeño el verano que viene.
Parece que ya está. Pero no.
Con la montaña de ropa que ya no le vale a ninguno…se abre otro mundo de posibilidades. ¿La tiras? ¿La das? ¿La guardas porque le tienes cariño? ¿La guardas porque a lo mejor te reproduces más? No, mejor se la das a alguien que conozcas. No, mejor a dos álguienes que conozcas…uno con niña y otro con niño.
Has elegido la peor opción…incluso peor que la de guardarla por si te reproduces de nuevo. Ahora hay que separar la ropa que puede ser para niño de la que solo puede ser para niño. Y haces otros dos montones.
Te pones de pie, los brazos en jarras. Estás satisfecha de ser tan organizada, ésta vez lo has hecho bien. Todo bajo control.
Miras a tu alrededor y te pones a llorar.
Tienes dos niñas en bragas corriendo por la casa y 6 montones de ropa.
- Cariño, ya estoy en casa ¿Que te pasa?
- Nada...que estoy haciendo el cambio de armarios
- ¿el cambio de qué?
Lo dicho…se hacen los tontos.