martes, 3 de agosto de 2021

Experimento. Lunes de 2 de agosto

Lunes 2 de agosto

Bacon decía «I would like my pictures to look as if a human being had passed between them like a snail, leaving a trail of the human presence and memory trace of past events as the snail leaves its slime» Leo en el New Yorker un perfil sobre Francis Bacon y su vida y me quedo con esto, que le gustaría que en sus cuadros pareciera que alguien ha pasado entre ellos como un caracol, dejando su presencia y su memoria, sus recuerdos, como el caracol deja su baba sobre las hojas por las que pasa. No sé porqué me llama la atención pero le doy vueltas y vueltas, pensando en si, en sus cuadros, se verá algo de la “baba” de Bacon. La crítica dice que sí, su infancia, su sexualidad atormentada y extrema, sus amistades, su extrema generosidad, su obsesión por las bocas. Sí, todo eso está pero ¿en ellos hay algo más cotidiano? Si pudiéramos saber que había desayunado el día que pintó determinada cuadro o si había comido con alguien que le hizo enfadar o qué película había visto el día anterior ¿seríamos capaces de encontrar ese resto en su obra? 

Salimos a dar un paseo que se convierte en diecisiete kilómetros de caminata. Cuando nos quedan veinte minutos me pongo de mal humor, cuando estoy cansada me irrito. Me irrito por estar cansada, por no ser capaz de no estarlo. Lo de los diecisiete kilómetros lo descubro al volver a casa y mi enfado me parece casi justificado. Se disuelve por completo con un vaso de gazpacho y macarrones con chorizo. 


En la carretera encontramos una oruga gigante, tan grande y tan brillante que no parece real, parece una oruga dibujada por Pixar para protagonizar una de sus películas. Es verde brillante con irisaciones y se contonea, bastante deprisa para ser una oruga, por el asfalto de la carretera. No deja rastro.
 La dejamos atrás y al poco rato nos cruzamos con un camión gigante. No creo que la oruga brillante haya sobrevivido a sus ocho ruedas. Seguro que ahora sí ha dejado un rastro. Me pregunto si parecerá una mancha de líquido venenoso. También hay gente que, por donde pasa, deja un rastro de baba venenosa. 

2 comentarios:

el chico de la consuelo dijo...

Los macarrones con tomate han sido hitos de mi vida. Me pegué la mitad de mi vida odiándolos, despues me encantaron y al final como casi todo ultimamente han pasado a su papel de alternativa facil a la espera de placeres mejores.
Bss
Mira que buen tema para un post. Mi vida y los macarrones.

Eva Mª. Serra dijo...

Ays, qué bueno! jaja, eres genial!