miércoles, 1 de marzo de 2017

Lecturas encadenadas. Febrero

A veces me equivoco escogiendo mis lecturas. Yo solita voy directa a por un libro porque creo que me va a gustar, porque estoy convencida de que es una buena lectura y me pego un planchazo de campeonato.

Tú no eres como otras madres, de Angelica Schrobsdorff, ha sido mi primer planchazo del año. Compré la novela en navidades, mientras brujuleaba comprando regalos. Lo vi y pensé, me voy a dar un capricho. Lo cogí con ganas porque tenía todo para gustarme: una buena historia, el componente autobiográfico, la II Guerra Mundial,  otro tipo de maternidad. Sobre el papel parecía una apuesta segura y sobre el papel ha sido una total y absoluta pérdida de tiempo. Una tortura. ¿Por qué lo he terminado? ¿Por qué me he empeñado en llegar al final? Otros se torturan con las comidas de los domingos en casa de su familia política o siendo del APA y yo lo hago terminando libros que me parecen espantosos.

¿Por qué Tú no eres como otras madres me ha parecido tan espantoso? Pues porque es el perfecto ejemplo de como una historia potente puede ser desperdiciada y, sobre todo, desprovista de toda su fuerza en manos de una narradora desganada y mala escritora. Los acontecimientos que nos cuenta, la vida de la madre de la autora, desde su juventud hasta su muerte en Alemania, tiene un potencial que se va diluyendo poco a poco hasta que deja por completo de interesar y no llega a emocionar en ningún momento.

Todo está mal contado. En estas cuatro palabras se resume este desastre de novela. La autora unas veces escribe en primera persona "mi madre me decía" para al párrafo siguiente, sin motivo, sin razón y sin necesidad  saltar a un narrador omnisciente que descoloca completamente "Else y las niñas". ¿Lo que está contando es lo que recuerda? ¿Se lo han contado? ¿Lo está inventando? ¿Quién lo está contando?

¿Por qué estos cambios? No lo sé y lo peor es que me da igual.  He llegado a pensar que es por puro descuido. La sensación que acaba transmitiendo la novela es que la autora en realidad no quiere escribirla, está aburrida de su historia o cansada. No lo sé, pero esa sensación se acentúa según avanzas y es más que evidente al final, cuando directamente tira la toalla y transcribe las cartas de su madre.  Creo sinceramente que una recopilación de las cartas de su madre sin ninguna intervención por su parte hubiera sido muchísimo mejor. Esta reflexión de la madre en una carta a una amiga, que huyó a Palestina antes de que se cerraran las fronteras, es muy interesante: 
«¿En casa habláis alemán o hebreo? No me puedo imaginar que en una lengua distinta a la materna pueda uno mostrarse como realmente es. Porque está orgánicamente imbricado con el idioma, que más que cualquier otra cosa es expresión de la personalidad, lo mismo que es, más que cualquier otra cosa, la clave para acceder a un pueblo y a su cultura. Por supuesto, las palabras y la gramática se pueden aprender, pero los ue está en torno a las palabras, dentro y detrás de las mismas, jamás. Con otro idioma ¿no tendría uno que volverse otra persona?»

Tú no eres como las otras madres es un libro antipático. Un libro que no quiere que lo leas. Una pérdida de tiempo. Huid.

Para leer sobre ese periodo de la historia os recomiendo Una princesa en Berlín, Una mujer en Berlín o Morir en primavera del que hablé hace poco.

Y las cucharillas eran de Woolworths de Barbara Comyns. Doscientas cuarenta páginas devoradas en dos días, un oasis de buena lectura tras el desierto. Esta novela es, también, la historia de una vida. Como la anterior tiene, también, un componente autobiográfico pero a diferencia de la anterior, Comyns es una maravillosa narradora. Con un estilo que parece engañosamente fácil y superficial  te engancha desde el primer momento con la historia de la joven y alocada Sohphie y su matrimonio con Charles, tan joven y alocado como ella. Sophie va creciendo como persona durante toda la novela, cometiendo errores inevitables, inconsciencias evitables y soportando algunas desgracias muy dickensianas compensadas por maravillosos momentos de humor bucólico. Sophie resulta, sin embargo, siempre un personaje con el que el lector empatiza y conecta. Unas veces quieres consolarla, otras animarla, otras reir con ella y otras regañarla porque se está comportando como una tonta.

Me ha encantado cuando en el capítulo IX cuando ya estás completamente acomodado en el papel que como lector te ha adjudicado, o crees que te ha adjudicado, Comyns en la novela y que es el del lector espectador que asiste a la vida de Sophie mirando desde la barrera, de repente Sophie se dirige directamente al lector
«Aunque ya he llegado al capítulo nueve, este libro no parece crecer mucho. Creo que en parte se debe a que no hay diálogos. Podría llenar páginas así:
-Estoy segura de que es verdad-dijo Phyllida.
-No estoy de acuerdo-respondió Norman.-Bueno, yo sé que tengo razón-replicó ella.-Siento disentir-dijo Norman en tono severo.

Éste es el tipo de material que aparece en los libros de la gente de verdad. Sé que éste nunca será un libro de verdad, de los que leen los hombres de negocios en los trenes, el tipo de hombre de negocios que lleva sombrero rígido de ala ondulada con unos agujeros en los laterales».

De repente, como lector, piensas ¿me está hablando a mí? ¿No hay diálogos? ¿No me he dado cuenta? ¿No soy un hombre de negocios? Una genialidad.

Una novela estupenda, divertida, entrañable, trágica y muy inglesa.

El cómic del mes ha sido Hermanas de Raina Teigelmeir. Cualquiera que tenga una hermana o un hermano pequeño se sentirá identificado con este cómic. Raina reconstruye su relación con su hermana, cinco años más joven que ella, y lo hace contando dos historias de manera paralela. Nos cuenta un viaje en coche de una semana, desde San Francisco a Colorado, cuando era adolescente, e intercala en él flashbacks, marcados por el tono amarillo de las páginas, con su relación con su hermana desde que  ésta nació y resultó ser una niña llorica, quejica y muy exigente. Las tiranteces, los problemas de espacio, la diferencia de gustos, de intereses, los conflictos por nimiedades absurdas aparecen perfectamente reflejadas en este cómic y son reconocibles para cualquiera que tenga hermanos. En el lector adulto esta historieta hace asomar alguna sonrisa y se lee rápidamente y sin problema.  Para el lector con hijos adolescentes es una representación gráfica de lo que vive en su casa y para el lector pre adolescente es un cómic interesante con un tema que reconoce como propio y con el que se identifica.   En mi casa lo hemos leído las tres y ha sido estupendo compartir lectura con mis hijas. 

El último libro del mes ha sido un relato corto de Úrsula K.Le Guin recientemente ilustrado y publicado por Nórdica. Desde que el pasado otoño leí un estupendo artículo sobre ella en el New Yorker tenía ganas de leer algo suyo y éste librito me saltó a las manos desde el mostrador de la Librería Cervantes y Compañía cuando asistí a la presentación del libro de una amiga. 

El día antes de la revolución  es un relato breve que Le Guin publicó en la revista Galaxy Science Fiction en 1974 y con el que ganó varios premios. Como ya he dicho ha sido mi primer acercamiento a su universo y creo que ha sido una buena manera de acercarme a ella, a su mundo y a su estilo. El relato cuenta el último día antes de una revolución largamente esperada y que resulta ser, también, el último día de la inspiradora, creadora y germen del movimiento revolucionario, Odo. 

Odo es una anciana que nos cuenta su último día, desde que despierta sobresaltada por una pesadilla en la que ha soñado con su pareja asesinada hace años, hasta que vuelve a su habitación tras su agotadora jornada. El estilo de Ursula K. Le Guin es muy personal y me ha recordado ligeramente a Bradbury en Crónicas Marcianas. Todo es conocido y reconocible pero está teñido de un velo extraño, como si al mundo conocido lo iluminara otro tipo de luz, una que no llegara desde el Sol. Vemos, reconocemos lo que vemos pero todo parece distinto y pensamos ¿quizás hay algo más que no veo? Es una sensación extraña pero placentera. 

Tiene unas cuantas reflexiones profundas e inquietantes que llevan germinando en mí desde que lo terminé.
«Un cuerpo en condiciones no es un objeto, no es un instrumento, no es una posesión digna de admiración, no es más que una, tú. Sólo cuando el cuerpo ya no eres tú, sino tuyo, algo que se posee, se preocupa una por él: ¿está en buen estado? ¿Servirá? ¿Durará?»
«La gente solía decirle; "Qué valiente fuiste, seguir trabajando, escribiendo, en la prisión tras una derrota como aquella para el Movimiento, tras la muerte de tu compañero...". Malditos imbéciles. ¿Y qué otra cosa se podía hacer? Valentía, coraje... ¿qué era el coraje? Nunca había conseguido explicárselo. No tener miedo, decían algunos. Tener miedo y aún así continuar, decían otros. Aunque ¿qué podía una hacer sino continuar? ¿Existe una elección verdadera alguna vez? 
Morir era sencillamente continuar en otra dirección». 

Leed a Bárbara Comyns y leed a Úrsula K.Le Guin. 

Y con este cuatro en raya de escritoras y un bizcocho hasta los encadenados del mes de marzo.


10 comentarios:

Teresa Valdés-Solís dijo...

Yo en enero fui a toda máquina... llegó febrero y me empecé a liar con millones de cosas, y a picotear varios libros... lo que hace que ahora mismo esté simultaneando Atwood (relatos), Miguel Delgado (novela), Miguel Delgado (divulgación- soft), JR Alonso (divulgación soft-semi) y Carlos Romá (divulgación hard) categorías basadas en lo que tardo en leer cada página. Eso sí, cuando acabe con ellos va a ser tremendo, porque lo cierto es que los tengo casi todos bastante avanzados. Soy una ácrata.

Anónimo dijo...

Hola! Acabo de aterrizar en tu blog...comparto tu opinión sobre Tú no eres como otras madres. Por dios que decepción más grande...lo cogí con unas ganas tremendas y es como tu dices...parece que la autora se cansa de su propio libro...y escribe con hastío y desorden. Qué pena, porque podría haber sido maravilloso.

Anónimo dijo...

Me encantan tus encadenados...me encanta encontrarme con ellos todos los meses. Muchas gracias.
Marta.

Anónimo dijo...

Anonima cada vez mas enganchada a este blog, agradece mucho este post, buenas ideas para mi y para los cumpleaños venideros. Gracias por la advertencia del libro 1. Tiene un titulo bastante irresistible, es facil picar.

Carmen J. dijo...

Tenía yo apuntado Tú no eres como otras madres, pero casi que lo desapunto. Gracias.

Blanco Humano dijo...

Poco te pasa por leer.

A Ursula K.Le Guin me la han recomendado varias veces pero no me he atrevido nunca porque es de estas con universo propio y sagas y me da perezón. Igual un día me atrevo.

Anónimo dijo...

Como siempre una delicia de post. Gracias

Perfida Canalla dijo...

A mi últimamente me pasa mucho lo que describes con el libro de Angelica Schrobsdorff, me lanzo a por un libro entusiasmada y me llevo unos planchazos que me ha llevado a un punto en donde nunca habia estado : "dejar el libro aparcado".
Me apunto del de Barbara Comyns.
Mil gracias por tu reseña.

Por cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita

María dijo...

Tú no eres como las otras madres.... un sí pero no. !y luego para reproducir el mismo modelo que su madre!,La princesa en Berlín...recomendadísimo me dejó fría

MG dijo...

Estoy terminando el de las cucharillas y estoy completamente de acuerdo en todo lo que dices de él.