martes, 7 de febrero de 2017

Cómo (nos) recordamos

Me manda mi hermano las fotos de una nevada en Los Molinos en el año 2009. Allí está la casa, el jardín, el pino, todo más o menos como ahora, pero cubierto por medio metro de nieve. Y están mis hijas, laz princezaz, con 3 y 5 años, corriendo por la nieve, haciendo el ángel, sacando la lengua para probar los copos. Van vestidas iguales, con pantalones de pana beige, unas botitas granates con velcro que les compré en Carrefour y unos abrigos del mismo color, abrochados hasta el cuello. Las bufandas, los gorros y los guantes que llevan son improvisados. Seguramente no esperábamos esa nevada ni contábamos con que salieran a jugar a la nieve. 

Entre las fotos hay un par de vídeos. Bailan alrededor del muñeco de nieve que han hecho con mi madre, su Abu. Cogidas de las manos, dan vueltas mientras cantan el corro de la patata. En otro vídeo, C se deja caer y mueve los brazos dibujando un ángel en la nieve, luego gritan porque quieren construir otro muñeco de nieve. "¿Por qué no hacemos su novia?" chillan emocionadas. 

La verdad es que no sé de cual de las dos es la voz que se escucha en el vídeo. No consigo identificarla y cuando se lo muestro a ellas, tampoco lo saben:

—Soy yo.
—No, soy yo. 

Me invade una oleada de ternura al verlas en la pantalla, tan pequeñas, tan nuevas, tan a estrenar, disfrutando de la nieve, alegres, felices, despreocupadas, manejables. 

—Ponlo otra vez. 

Volvemos a verlo y pienso que las reconozco en esas niñas pequeñas corriendo emocionadas por la nieve. Las recuerdo así y siento cierta nostalgia de aquellos días pero, al mismo tiempo, veo a esas niñas en el par de adolescentes que cena conmigo mientras charlamos de Trump, de los menús de la semana y tenemos la enésima bronca sobre porqué no soporto que las toallas del baño estén en el suelo.

Ellas, sin embargo, se ven y no se reconocen. Saben que son ellas pero se ven como si fueran otras, como si fuera imposible que esas niñas fueran ellas. Se descubren al verse. 

Quizás algún día, dentro de muchos años, cuando lean lo que he escrito sobre ellas aquí, vuelvan a descubrirse. Quizás.  

6 comentarios:

sonia dijo...

Ay que me haces llorar.Muy bonito,moli.

Vicente Carrasco dijo...

A los adultos sin embargo nos ocurre lo contrario, por lo menos a mi y alguno mas con el que lo he comentado, cuando nos vemos en fotos, digo fotos porque lo de verte en video es muy raro ya que no contábamos con la tecnología actual, normalmente nos vemos y recordamos rápidamente el lugar y lo mas asombroso la situación emocional por la que pasábamos en ese momento, pero en ese concreto, si fue un viaje agradable, Pesadilla en Elm Street, si éramos felices o no y si hubo algún mal momento cercano y que en aquél momento obviamente desconocíamos.

Envejecer nos hace pagar un peaje muy duro a veces.

Eliahh dijo...

No me puedo creer que tus hijas sean ya adolescentes y hablen de Trump... madre mía cómo pasa el tiempo.
Ayer justo me dije que tenia que releer tu libro ahora que soy madre, a ver si lo veo con otros ojos.
Me da mucha pena leer esto, por las noches cuando se duerme el mío pienso en cuando sea mayor y me rompa el corazón (que me lo romperá) y no quiera abracitos, o no me llame, o viva en otra ciudad o país, y se me cae el alma a los pies.

NáN dijo...

Espléndido post. La memoria y la desmemoria nos "cuecen".

Anónimo dijo...

Una y otra vez. Y todas. Cuando escribes sobre tus hijas alcanzas otro nivel. Te elevas sobre la banalidad. Qué nostalagia de aquellos días cuando "maternity" era la etiqueta dominante.

Anónimo Literario.

Perfida Canalla dijo...

Verte en los videos de cuando eras pequeño yo creo que no te redescubre, es que directamentes no te identificas. Bueno, al menos yo...

Un saludo coleguita