lunes, 18 de enero de 2016

El periodista y su verdad



- Moli, tienes que leer El periodista y el asesino , de Janet Malcom. 
- Ahá, ¿de qué va?
- De periodistas y periodismo. 
- Lo apunto. 

En 1970, la mujer y las dos hijas de Jeff McDonald, un médico del ejército estadounidense, aparecieron brutalmente asesinadas. McDonald fue juzgado por un tribunal militar y declarado inocente. Durante 8 años vivió libremente hasta que un tribunal civil puso en marcha un nuevo juicio contra él. McDonald, llevado a mi modo de ver por una ingenuidad infinita (era a principios de los 80), contactó con varios periodistas para que alguno de ellos contara su historia. Joe McGinnis, un periodista ya famoso por haberse ocupado del caso de Nixon, aceptó el encargo. 

Durante todo el juicio, McGinnis fue aceptado como un miembro más del equipo de defensa de McDonald y entabló amistad con él. McDonald fue declarado culpable y encarcelado, y en los 4 años siguientes mantuvieron una correspondencia "amistosa", mientras McGinnis escribía el libro con toda la historia. 

Cuando el libro fue publicado, convirtiéndose en un best seller, McDonald, que no había podido leerlo antes de su publicación, demandó a McGinnis por haberle engañado.  Consideró que McGinnis se había hecho pasar por su amigo para ganarse su confianza, al tiempo que escribía un libro en el que lo retrataba como un asesino cruel, violento y adicto a las drogas. Durante la celebración del juicio contra éste por fraude, Janet Malcom entra en acción.  McGinnis le pide que escriba su historia. (Sí, lo mismo que le pidieron a él).

¿Qué hace Malcom? 

En primer lugar, intenta no repetir lo que hizo McGinnis y no engañar, y, por ese motivo, pierde enseguida la confianza del periodista y sus abogados, y tiene que recurrir a otras fuentes. 

Malcom reconstruye la relación entre ambos personajes: asesino y periodista. Lee documentación, habla con abogados, expertos, amigos, conoce a McDonald, se entrevista y se cartea con él. Dada la posición que tiene, intenta ser objetiva, ecuánime y equilibrada, pero en mi opinión no lo consigue. 

Según vas leyendo, piensas que ella se considera mejor periodista y mejor persona que todos los que aparecen en el libro. A pesar de que no dice que crea que McDonald es inocente, es evidente que McGinnis no le cae bien. Es decir, ni es objetiva ni imparcial. No pasaría nada si no fuera porque ella pretende vender la moto de que sí lo es. Y no lo es y se le nota. 

Hasta aquí la historia. 
Ahora, mis reflexiones de garrafón. 

El libro contiene unas cuantas reflexiones sobre el periodismo bastante interesantes, que confirman mi impresión de que por alguna razón los periodistas tienden a creerse seres superiores y que su trabajo es una especie de actividad heroica a salvo de errores, completamente imparcial, en la que si hacen algo incorrecto es siempre por la búsqueda de la verdad y el bien común. 

A lo mejor en un pasado mítico y remoto, y en algunos ejemplares de periodistas, esto sigue siendo verdad pero, en general, el periodismo no es ni heroico, ni imparcial ni está a salvo de errores. 

La cita con la que empieza el libro es muy famosa y yo estoy muy de acuerdo. (El periodista que prologa el libro, sin embargo, la considera "una generalización en exceso desde su propia experiencia", algo que todos sabemos que jamás hacen los periodistas... generalizar en exceso). 
"Todo periodista que no sea tan estúpido o engreído como para no ver la realidad sabe que lo que hace es moralmente indefendible. El periodista es una especie de hombre de confianza, que explota la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas, que se gana la confianza de éstas para luego traicionarlas sin remordimiento alguno. Lo mismo que la crédula viuda que un día se despierta para comprobar que el joven encantador se ha marchado con todos sus ahorros, el que accedió a ser entrevistado aprende su dura lección cuando aparece el artículo o el libro. Los periodistas justifican su traición de varias maneras según sus temperamentos: los más pomposos hablan de libertad de expresión y dicen que "el público tiene derecho a saber", los menos talentosos hablan sobre arte y los más decentes murmuran algo sobre “ganarse la vida". 
La traición del periodismo, para mí, no sólo es hacia el personaje entrevistado. La traición más grave, que además se hace a diario, es hacia los lectores, espectadores u oyentes. Se engaña y traiciona a esa audiencia día a día, torciendo la verdad, encajando los hechos a machetazos en la idea que el periodista o el medio quieren transmitir, aumentando errores de unos y empequeñeciendo o invisibilizando los errores u aciertos de otros, ocultando datos, intereses económicos, intereses empresariales y políticos, informaciones... todo un catálogo de ardides torticeros. 
Cualquiera que haya hablado con la prensa o que sepa mucho de un tema, se tira de los pelos cuando lee un artículo, un reportaje o una noticia. ¡Esto no es así! ¡Han contado solo la mitad! Las cartas al director son un buen ejemplo de lectores que se sienten engañados por la información que se publica.

No soy tan ingenua ni tan idiota como para creer que es sólo en el periodismo en donde se recurre a este tipo de ardides, pero mientras en otras profesiones se aceptan y admiten como parte del juego sucio, en el periodismo todo se disfraza de necesidad por el bien común, por la búsqueda del santo grial que es la Verdad. Curiosamente, ese grial es distinto según el periodista o el medio para el que trabaje. 
"En nuestra sociedad, el periodista es considerado, junto con el filántropo, como una persona que tiene algo extremadamente valioso que dar (su haber es la extrañamente embriagante sustancia llamada publicidad) y, por consiguiente se lo trata con una deferencia que no guarda proporción con sus méritos personales".
El libro se publicó en 1990 y en aquellos años creo que el periodista era como un dios, porque era el que tenía la capacidad de servir de altavoz a las noticias. 26 años después, creo que sólo una minoría de lectores y los propios periodistas siguen considerándose "extremadamente valiosos". Han perdido gran parte de su prestigio por sus propios errores y engreimiento (se habla mucho de los científicos y su torre de marfil, y muy poco de  los periodistas y su disfraz de superhéroes) y el valor que les daba su papel como altavoces ha disminuido muchísimo  gracias a internet. 

Jeffrey Elliot es un profesor de la Universidad Central de Carolina del Norte que Malcom entrevista (curiosamente, es la única persona en todo el libro a la que Malcom parece tener algún respeto en sus opiniones y no creerse superior) y dice algo con lo que estoy muy de acuerdo.
"No creo en la ética circunstancial y ciertamente no creo que los periodistas tengan que mentir y representar falsamente los hechos para lograr que alguien trabaje con ellos. También creo que semejante duplicidad engendra graves dudas sobre lo que se escribe. Para mí, si la libertad de publicar depende del derecho a mentir, entonces se trata de una libertad que no debería ser protegida". 
Como he dicho antes, han pasado 26 años desde que se publicó el libro. Creo que la mayoría estamos convencidos de que la mayor parte de la información que se nos proporciona desde los medios es en  gran parte falsa, porque está mediatizada completamente por una serie de intereses que se nos ocultan o tratan de ocultar. 

Creo también que la credibilidad del periodismo ahora mismo es mínima y va tendiendo a cero en la mayoría de los casos, y creo también que esa falta de credibilidad es culpa de los periodistas. 

Creo además que estas opiniones no les gustarán, pero yo no pretendo ser imparcial ni objetiva: es mi sensación al enfrentarme a la búsqueda de la información cada día. Ya no pienso "a ver de qué informan", pienso "¿qué me estarán ocultando?, ¿será de verdad así?". 

Otro autor, Joseph Wambaugh declaró en el juicio de McDonald contra McGinnis que, obviamente los autores deben decir falsedades para conseguir las informaciones que necesitan y, con todo el descaro y la desfachatez del mundo, explica:
“Una mentira es algo que uno dice con mala voluntad o de mala fe en tanto que una falsedad es parte de los ardides de los que uno puede echar mano para llegar a la verdad”.
¿Qué verdad? ¿La que interesa al autor, periodista o la empresa mediática? Pues sí, esa es en muchos casos la que se consigue y muestra a base de mentiras, y esas mentiras van desde cómo se redacta el titular, cómo se monta una entrevista o un reportaje, y cómo se escogen los testimonios.

Como ya dije en otro post, no todo está perdido.
“Otra trampa promovida por las escuelas norteamericanas de periodismo es la servil adhesión a la 'ecuanimidad'. Pero si un bando dice una cosa y el otro bando dice otra, ¿acaso la verdad radica necesariamente en 'algún lugar entre los dos'? El periodista que dice 'He conseguido cabrear a los dos bandos, así que debo ir por el buen camino', probablemente se engaña. La ecuanimidad no debería ser usada para encubrir la desidia. Si hay dos o más versiones de un suceso, un periodista tiene que investigar y considerar cada afirmación, pero en última instancia el periodista tiene que llegar al fondo de cada versión, independientemente de quién la sostiene. El periodismo tiene tanto que ver con 'lo que dijeron que vieron', como con 'lo que yo mismo vi'. El periodista debe empeñarse en descubrir qué pasa y contarlo, no castrar la verdad en nombre de la neutralidad”. Joe Sacco. 

Hay periodistas que dicen cosas muy interesantes, reconocen que es imposible ser imparcial y nos ofrecen su trabajo con honestidad. 

Gracias a Bárbara Ayuso por ponerme en la pista de este libro el pasado mes de septiembre con unas cañas en la plaza de Olavide. 

15 comentarios:

Alberto Secades dijo...

No me queda claro tras la lectura del post: ¿se trata de ficción o está "basado en hechos reales"?

Alguien tenía que preguntarlo.

Gracias.

Anónimo dijo...

Zzzzzzzz

Unknown dijo...

Un querer y no poder

HombreRevenido dijo...

Muy de acuerdo.
Simplificando y exagerando: hubo un tiempo en que lo publicado por un periódico era verdad a priori. Hoy es mentira hasta que se demuestre lo contrario.
Ya sé que el post es más profundo que todo esto, pero me apetecía decirlo. Porque si no te fías del periodista, el periodismo se acaba.

Anónimo dijo...

Pero vamos a ver, que digo yo que en vez de seguir masticando el hueso hasta el tuetano y relatarnos por enesima vez q a ti los periolistos no te la cuelan excepto cuando lees el new yorker, ya podias contarnos de donde te viene esta perra.A ver como si no se come que una semana si y un año bisiesto tambien nos andes previniendo a los mortales contra esta plaga biblica. Los periodistas uuuuuhhhhhh, ya llegan, la verdad, ay ay yayay, ni la nombres, la objetividad, la objetividad ya te he disho que es imposible, cuidadooorr...

Anonimo82

molinos dijo...

Alberto Secades, la historia es toda real.

Tata Kelli, no entiendo tu comentario. gracias.

Hombrerevenido, esa es mi opinión. Justo ayer vi esta tira en twitter
http://ehtio.es/non_sequitur/1407/mala-prensa

Anónimo82. Escribo lo que quiero, cuando quiero y como quiero. Y tú puedes leerlo como quieras, cuando quieras y como quieras, incluso puedes no leerlo porque no te gusta, te aburre, te parece "una turra" o que no es objetivo. Esa es la gracia de los blogs. Incluso la gracia es que puedas dejar tus comentarios.

ELISA dijo...

Este ángulo de observación es válido, Moli pero habría que contemplar tambiéb la precariedad económica del trabajo del periodista corriente. La cuestión alimenticia es una forma de presionar y claro, hay que llenar la barriga y si después queda algo suelto para invertir en investigación sería ideal.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo. Buen post.

Mundo Piruleta


Amaya Ascunce dijo...

Yo conozco muchos tipos de periodistas: gente que es periodista porque le gustaba escribir y es la manera que se les ocurrió de ganarse la vida escribiendo (creo que no existe otra a pesar de que está esté muy mal pagada), gente que le encanta una determinada temática y es la manera de ganarse la vida alrededor de un hobby (por ejemplo, la caza, la música o la gastronomía), gente que no sabía bien qué hacer con 18 y el periodismo es lo suficientemente inderminado como para no arrepentirte de haberte metido a hacer Matématicas y a los 3 años dejarlo, gente que quiere viajar y contarlo y no es fácil que te paguen por eso, gente que hace este trabajo sin vocación ninguna, relaciones públicas, y sí, conozco gente con vocación de denuncia que tratan de contar cosas que merezcan la pena que subsisten como pueden en los medios llenos de intereses, aunque son minoría. Y además, hay mucho imbécil, manipuladores, trepa, corruptos... Pero vamos, en la misma proporción que te encuentras en cualquier despacho, oficina, colegio o bar. Y si hago un sondeo aquí mismo, donde estoy rodeada por unos 15 periodistas, dudo que ninguno crean en la imparcialidad. Que haya mucha "literatura" alredor del periodismo, no hace que el periodismo sea así. Es como si creyeras que todos los detectives siguen el esquema de la novela negra. Estoy segura que la mayoría de ellos trata de ganarse la vida con algo que más o menos le guste con el grado de dignidad que le permita dormir. No todos quieren ser Colombo y no sé por qué crees que los periodistas nos consideramos héroes o elegidos. En mi vida profesional, sólo he trabajado con 3 de esos.

molinos dijo...

Elisa, por supuesto. Y eso mismo es lo que dice Janet Malcom y lo que digo yo, que como tienes que comer y ganar dinero para vivir haces lo que sea. Como todos.

Mundo Piruleta, gracias.

Amaya, yo no digo que todos sean así, pero lamentablemente como consumidora de información y medios es lo que se percibe. Tampoco he dicho que no sea así en otros campos, claro que hay gente mala, torticera y absurda en todos los campos laborales, por supuesto que los hay. Y hay muchos que se ganan la vida como pueden y con la dignidad que pueden, claro que si. El problema, y repito que es desde mi punto de vista como consumidora de noticias desde el que hablo, es que a los que más se oye es a los otros. Y yo si he trabajado con muchos más de 3 que tenían ese concepto del periodismo, con muchos más. Y también con muchos buenos, de esos que nadie conoce y nadie escucha y están en las esquinas de las redacciones. De todos modos, todo el mundo dice que la gente que trabaja en televisión somos chusma y yo no por eso me doy por aludida pero entiendo que la visión que se tiene desde fuera es esa. Tú no te crees un héroe o una elegida, claro que no...ni tú, ni muchos otros, pero la imagen que se da hacia fuera de la profesión es esa...¿de quien es la culpa? No lo sé. Igual que no sé porque todo el mundo cree que la televisión es una basura con la cantidad de gente muy válida que existe y las millones de cosas buenas que se hacen. Así de injusta es la vida y la percepción.



ELISA dijo...

Gracias Moli es un gusto comentar contigo.

Unknown dijo...

Me refería a lo que dices sobre la verdad del periodista. Tienes razón, mi comentario no se entiende.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con el comentario de Amaya Ascunce. Yo también soy periodista, ni me creo especial ni salvadora del mundo ni en posesión de ninguna verdad. Generalizas.

Oswaldo dijo...

La verdad central del tema la enuncias en la penúltima frase y es que partiendo de que el periodista primero es "ser humano" tiende a no poder ser imparcial en el enfoque que le de a "los hechos" y, quiéralo o no, cualquier enunciado que haga hacia fuera pasa primero por su propia visión e interpretación, así que lo único que sí se puede (y debe) exigirse del periodista es la honestidad con la que se presente a sí mismo y al tema sobre el que intente informar.

En Venezuela estamos hartos de periodistas que son evidentes "fichas" del gobierno, claramente, transparentemente, indudablemente, pagados por el gobierno para presentar "noticias" "sesgadas" y/o directamente MENTIROSAS.

Tocaweb dijo...

Imparcialidad y verdad en un país en el que sí o sí tienes que elegir uno de los dos bandos. La prensa como el resto es reflejo de nuestra sociedad.

Y luego está Iñaki Gabilondo.