miércoles, 25 de junio de 2014

El día que descubrí...

"Yo tendría 7  o 9 años. Pero dije mi nombre - Richard Ford - exclamó: “Ah si, tu madre es esa señora de pelo negro, bajita, mona, que vive más arriba de esta calle.” Aquello me afectó y me afecta todavía. Creo que fue la primera imagen que tuve de mi madre como de otra persona, como alguien a quien los otros veían y describían: una mujer mona, no. (...) Sin embargo, recuerdo aquello como un momento significativo de mi vida. Breve pero importante (...) Desde entonces creo que nunca pensé en ella de otro modo, como Edna Ford, una persona que era mi madre y que también era alguien más.” ( Mi madre in memorian. Richard Ford) 



Tenía 5 años. Llevaba un vestidito verde, sandalias y el pelo corto, casi como lo llevo ahora. Pobrehermano tenía 4 y llevaba un pantalón de peto verde igual que mi vestido. Nos pasamos casi toda nuestra infancia vestidos iguales. Era un domingo de verano. Sé que era domingo porque mi padre trabajaba toda la semana y llegaba siempre por la noche cuando estábamos a punto de acostarnos o incluso dormidos. Podíamos pasar varios días sin verle, sabíamos que estaba en casa porque le oíamos por la mañana en el baño de "El cuartucho" preparándose para irse y porque olíamos su tabaco en la casa. 

Mi padre tendría 34 ó 35 años por entonces (más joven de lo que soy yo ahora) y le gustaba mucho montar en moto de trial por el campo. Tenía una pandilla de amigos con los que salía los domingos perfectamente equipado: las botas con mil tiras que me fascinaban,  los guantes enormes en los que mi minimano no llegaba siquiera a la zona de los dedos y una chupa gordísima que me gustaba ponerme y arrastrarla por el suelo como un fantasma negro. Lo mejor, sin embargo, era el casco, eso era lo que más nos fascinaba. El casco pesaba una tonelada y mi padre nos dejaba ponérnoslo cuando volvía de montar en moto. Estaba caliente y sudado, olía a él y nos moríamos de la risa con nuestras pequeñas cabecitas metidas en ese casco con las gafas de cristales ahumados a través de los cuales todo se veía amarillo.  

A esa pandilla de amigos de mi padre los llamábamos y los seguimos llamando "los motorileros". Entre ellos había uno, el más joven al que llamaban "El Indio" porque había nacido en Bolivia.  A mi me pareció durante toda mi infancia y adolescencia un señor guapísimo y muy atractivo (no con 5 años claro... más adelante). Algunos de esos amigos han muerto ya aunque mi padre fue el primero. Otros siguen vivos y los vemos de vez en cuanto, de hecho "El Indio" apareció por casa hace unos días, ahora tiene 59 años y sigue siendo atractivo pero ha perdido el halo de "misterio" que tenía cuando yo tenía 15. (Querido "Indio" si algún día llegas a leer esto, no vale aprovecharse. Y un saludo a tu querida esposa) 

Ese día de verano del que me acuerdo hoy, en el que tengo 5 años, mi padre nos llevó a los dos a Cercedilla a ver una carrera de motocross que se celebraba allí. Mi madre se había quedado en casa de mis abuelos, en La Rosaleda con Molihermana que tenía dos años escasos. Supongo que no era plan para una niña tan pequeña o que nosotros nos empeñamos en que nos llevara o que mi madre estaba harta de los tres y le puso un ultimatum a mi padre para que se ocupara de nosotros. Puede que fuera una sabia combinación de esos tres elementos. 

Mi padre aceptó el plan, nos metió en su Seat 131 y nos fuimos los tres. No recuerdo el viaje en coche ni si iba contenta, asustada, feliz o llorando.  Lo siguiente que recuerdo es estar en medio de la carrera, del trazado por el monte, caminos de polvo marcados con cinta amarilla por los que pasaban motos que se parecían mucho a la de mi padre y que hacían muchísimo ruido. Mi padre a mi izquierda y Pobrehermano a mi derecha, los tres detrás de la cinta viendo las motos, escuchando los motores en medio de una nube de polvo increíble y con calor y luz amarilla de verano. Seguro que mi padre fumaba. 

Las motos me fascinaron. Creo que más que las motos, el hecho de estar en un plan de mayores, la competición, el peligro, la novedad, el ruido... me tenían completamente abstraída y supongo que asustada. Cuando me giré para decirle algo a mi padre, descubrí que el señor que estaba a mi izquierda ya no era mi padre. Mire hacia arriba y no era mi padre. Mire alrededor y no le vi. Había ruido, motos, mucha gente y nosotros, Pobrehermano y yo, de la mano. Pero mi padre había desaparecido. 

No se como, supongo que alguien nos encontró perdidos, nos llevó a donde estaba la megafonía. 

- ¿Cómo os llamáis?
-  Nos hemos perdido. Hemos venido con nuestro padre y ya no está. 
- ¿Cómo se llama vuestro padre?

Justo en ese momento, justo en ese momento pensé "Se llama Papá"... pero reaccioné y dije 

"Se llama Jesús y va vestido de caqui". 

Para mi la palabra "caqui" era tan exótica como extraterreste, era una palabra de mayores y no sabía muy bien a qué se refería. Por la mañana, y como hacía e hizo todos los días hasta que murió mi padre, Molimadre le sacaba la ropa que tenía que ponerse. Él decía que era daltónico y no sabía combinar la ropa. No sé si era daltónico o no, pero le encantaba no tener qué pensar qué ponerse. Aquella mañana, desde mi cama, yo había escuchado a  mi madre decir: 

- Jesús te he sacado los pantalones y la camisa caqui para que te lo pongas hoy. 

Ahí pensé que mi padre no solo era papá... era un señor que se llamaba Jesús y vestía "de caqui". Y que "caqui" era la palabra que me salvaría, había tenido suerte de escucharla por la mañana. 

Llamaron por megafonia "tenemos dos niños perdidos, su padre se llama Jesús por favor que pase a recogerlos". 

Mi padre no se había dado cuenta de que nos había perdido, pensaba que íbamos tras él o puede que incluso se olvidara de que estábamos con él. Mi padre siempre nos trató como si fuéramos sus iguales, como si fuéramos mayores, daba igual que tuviéramos 5 o 23. Por esa razón si ibas con él a algún sitio, jamás pensaba en que te perderías o te pasaría cualquier cosa, eras adulto y sabías comportarte. Aquel día pensó que iríamos detrás de él, que no le perderíamos el rastro. No nos llevaba de paseo, íbamos de paseo los 3 juntos. 

Tardó un rato en atender a la megafonía, y otro rato en percatarse de que los niños perdidos eran sus hijos. Supongo que alguien le avisó pensando que ese tío de "caqui" podía ser al que llamaban o porque alguno de los "motorileros" le dijo ¿Dónde están tus hijos? ¿No habías venido con ellos? Finalmente apareció, tranquilo y sonriente, con su cigarro en la mano.  Nos recogió y me compró un Mortadelo. 

"Mi padre se llama Jesús y va vestido de caqui". 

¿En qué momento las princezaz se habrán dado cuenta de que no soy sólo "mamá"? ¿Qué fue lo que les hizo clic para descubrirme como persona más allá de ser su madre? ¿Lo recordarán como recuerdo yo aquel día? 


24 comentarios:

Alber dijo...

Como me gustan las historias de tu padre, tuvo que ser un buen tipo, se le ve en la cara y en los ojos... Cara y ojos que verás en M a diario, porque son clavados, así como C es una mini Tú!

HombreRevenido dijo...

La foto es monumental (ya sabes que yo no leo, sólo miro las fotos).

La verdad, no recuerdo cuándo tuve yo esa epifanía con mis padres. Imagino que mi memoria la habrá borrado para seguir acumulando datos absurdos.

TXABI dijo...

.. a mí, con 27 y 24, me siguen llamando "papi". Y eso que muy pronto supieron que "no solo era papi".

lo+ dijo...

yo no tengo ni idea de cuando me sucedió eso a mí...si es que me sucedió!!! Me encanta que te haya pasado a tí, que te acuerdes y que nos lo cuentes.

Anónimo dijo...

Te leo siempre y no comento nunca, perohoy me he dado cuenta, gracias a tu entrada, que yo también recuerdo el momento en que mi madre pasó a ser alguien más. Estábamos en una boda y o tendría seis o siete años. Un caballero que estaba tirándole los trastos a mi madre me preguntó señalándola:
- quién es esta?, y yo contesté:
- mi madre
En ese momento lo entendí todo y me hice un poco adulta de pronto. Que él no se creía que mi madre era mi madre (era muy joven) y que mi madre era otra persona, objeto de deseo, por lo visto...
Fue rarísimo
Un saludo. Tu blog mola mucho ;)

Dani Torregrosa dijo...

Leerte y comer una magdalena proustsiana es todo uno...

Qué bien contado, qué entrañable, qué delicia...

Gracias :-)

Anónimo dijo...

Qué bonita foto y qué feliz pareces!

Sílvia dijo...

Me encantan tus historietas y esta en especial me ha transportado a mi infancia :) Mi padre también fue un "motorilero", recuerdo perfectamente sus enormes botas de mil hebillas, su casco sudado y a través del cual veías el mundo en amarillo...
Mi madre aún le prepara la ropa que ha de ponerse cada mañana... :)

Besos,
Kuin

Sílvia dijo...

Me encantan tus historietas y esta especialmente porqué me recuerda mucho a mi padre, que también fue "motorilero", y sus botas enormes con mil hebillas, sus guantes y su casco sudado a través del cual veías el mundo en amarillo.
Ah...mi madre aún le deja la ropa preparada cada mañana:P

Un beso, moli!
S.

ELISA dijo...

Hola! precioso relato que me ha transportado al día que mi padre me llevó a unas atracciones y como todos los hombres llevaban gabardina me equivoqué de padre y metí mi mano en el bolsillo de la gabardina del extraño y sabéis que había ¡canicas de colores! y lo colorada que yo me puse !

Oswaldo dijo...

Tus relatos de familia son siempre taaan maravillosos!

Gabriela Vivanco dijo...

A mi me pasó con 6 o 7 años, estando yo en casa, llame por teléfono a mi madre a su trabajo y claro mi pregunta fue: ¿Se encuentra mi mamá?, lo que me respondieron: ¿y como se llama tu mamá?, tarde segundos en contestar hasta que recordé su nombre,la señora que me contesto el teléfono me recuerda la historia de vez en cuando. XD

Jen dijo...

Las historias con tu familia son lo más.

Pablo dijo...

Qué bien escribes, guapa.

Unknown dijo...

preciosa foto!! estoy dandole vueltas a ver si me acuerdo yo tambien de ese momento...

Laaiin dijo...

De peque no lo recuerdo, desafortunadamente no tengo esa memoria mega prodigiosa que tienes tu. Yo he vivido esa epifanía al ser madre. Es entonces cuando he pensado que durante toda mi infancia mi madre fue una mujer con planes, ilusiones, inquietudes...Fue siempre tan mamá gallina cuidando de sus polluelos que creo que nunca la ví como ninguna otra cosa. Mi propia maternidad me ha enseñado a mi madre como otra persona, y me ha hecho tener ganas de conocer mas a mi madre.
Mi propia maternidad me está volviendo loca porque todo a mi alrededor ha cambiado y aún no sé ni quien soy yo, no sé si estoy loca. Ojalá supieras a que me refiero y escribieras algún día sobre ello.

Anónimo dijo...

Precioso post,Moli.
Sonia.

Anónimo dijo...

¡Qué gran reflexión! ¡Qué gran recuerdo...! Yo no lo tengo en la cabeza... no tengo ese recuerdo.
Y me parece precioso que tú si lo conserves...

JuanRa Diablo dijo...

Un bonito recuerdo que he leído con una sonrisa.
Lo mejor... tu cara en esa foto :)

UTOPÍA dijo...

¡Qué susto! Cuando he visto la foto me he encogido de dolor pensando que ya tocaba ese post con el que lloro cada año, pero no, aún no toca.
¡Precioso! como todos aquellos en los que nos hablas de tu padre.

Anónimo dijo...

Que bien Moli. Como se nota la evolución de cómo escribes. Hay un poso que se adquiere no solo con la experiencia sino con la constancia de escribir.
Sabes bien lo que es tu pasión.
Adelante.

No viene muy a cuento el comentario, pero hace tiempo que noto esa evolución, y mola.

Anónimo dijo...

Una historia muy bonita y solo espero que no se tengan que perder para descubrirte, y si me apuras, que sea dentro de muchos años para que su mami siga siendo su mami.

Aprendiz dijo...

Igual te interese leer sobre los cuatro estadios de desarrollo cognitivo de Jean Piaget. Según Piaget, en la etapa de 2 a 6 años, el pensamiento tiene tres características:
-yuxtaposición: cuando sus exposiciones no tienen orden temporal
-estatismo: creen que las cosas siempre han sido tal y como las conocen, (por ejemplo un niño no piensa que su abuelo ha sido niño, sino que siempre ha sido abuelo) quizás en este punto te encontrabas cuando veías a tu padre únicamente como tu padre, y no como vecino, hijo, amigo...de otra gente.
-sincretismo: perciben las distintas experiencias de una situación particular como indisociable.

Anónimo dijo...

Entrañables recuerdos y bien relatados. Hacía tiempo que no te seguía pero creo que volveré a hacerlo. Gracias por compartirlos con nosotros